Estudio Op.39, No.5 de Rachmaninov

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Rachmaninov escribió dos conjuntos de estudios para piano o «études-tableaux» (literalmente, estudios-cuadro). Cada uno describía alguna escena o situación, si bien Rachmaninov no especificó qué pretendía retratar. El opus 39 fue publicado en 1917. Rachmaninov acababa de estar investigando sobre la obra de su contemporáneo Alexander Scriabin, recientemente fallecido en 1915, para preparar un recital en su honor. Por ello, es probable que el estilo de Scriabin  influyera notablemente a Rachmaninov cuando escribió este opus y quizás también por ello, es una de mis obras preferidas.

Rachmaninov y Scriabin pueden parecer dos músicos incompatibles. Rachmaninov podría definirse bien como un músico «pop» del siglo XIX. Su música está escrita para la audiencia. Escribe a la melancolía, al dolor, de un modo idealizado y romántico (o mejor aún, postromántico: romántico al cuadrado), como todos los músicos pop. Lo cual no quita que su música tenga una gran calidad: está escrita para gustar y emocionar, como el kitsch más vulgar, sí… y lo logra hasta la médula. Su dolor es vigoroso, brillante, amplio, apasionante. A mí, personalmente, es un músico que me entusiasma.

Scriabin es todo lo contrario: el músico místico que escribe para sí mismo, el pensador que busca la filosofía y la salvación a través de su trabajo. Scriabin no es de este mundo: flota sobre él, vuela sobre él… y allí, entre las nubes, él es feliz. Extrañamente feliz. Su música parece inaccesible y en cierto modo siniestra y, a veces, cuando a Scriabin le entran dudas, muy oscura. Se puede llegar a escuchar verdadero temor en sus acordes, el miedo de alguien que se tortura por dentro, una angustia contenida que no encuentra la salida. Hay una enorme necesidad en su música… de no se sabe qué.

Creo que a Rachmaninov se le contagió parte del misterio y la volatilidad de Scriabin en este cuaderno de estudios, aunque logra conservar su dolor terrenal. Mi preferido es el número 5 en mi bemol menor, Apassionato, aunque el número 6 (Caperucita y el Lobo), o el número 3 son también muy recomendables. En el vídeo tenéis la interpretación de Kissin, siendo casi un niño.

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