Sequía

Dice la Ley de Murphy que si algo puede salir mal, saldrá mal. Los corolarios añaden que si algo puede salir mal, saldrá de la peor manera posible y en el peor momento posible, y eso es justo lo que ha pasado con mi portátil. Lo cierto es que está mayor, pero funciona perfectamente. Lo malo de la edad es que surgen achaques, y ayer el ventilador hizo «¡pofff!» y decidió dejar de funcionar en el peor momento posible: antes de Navidad.

En fin. Sólo avisaros de que mi producción blogueril bajará casi a cero (salvo cuando pille un ordenador, como hoy) hasta después de Navidad, por allá por Enero, si Toshiba quiere… Porque encima las cosas pasan de la peor manera posible, y no hay manera de encontrar (al menos en Pamplona) piezas sueltas de ordenador. Tan sólo pedía un ventilador, yo mismo pensaba desmontarlo y cambiarlo, pero no venden.

Y por si fuera poco: estaré todas las vacaciones en Eibar, porque me han llamado para ir a tocar con la EGO (tenemos concierto el día 2 en el Teatro de Vitoria, el día 3 en el Palacio Euskalduna de Bilbao y el día 4 en el Kursaal de San Sebastián, por si a alguien le apetece), así que sin portátil, nada. Ni blog, ni apuntes de la universidad, ni na’. Maldito Murphy…

Concierto Op.18, No.2 de Rachmaninov

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Lo bueno de estas entradas dominicales es que me permiten redescubrir música que hacía tiempo que no escuchaba. Hace cuatro semanas os presenté a Rachmaninov, un compositor ruso postromántico. Pero para decidir de qué obra hablaría en aquella entrada, primero me puse a repasar todo el repertorio que conocía de este compositor. Al final elegí uno de sus preludios, pero me costó bastante dejar en el tintero este maravilloso Concierto, considerado como una de sus obras maestras. Llevo un mes redescubriéndolo y no podía esperar más para presentároslo.

Cuando en música clásica hablamos de un concierto, no nos referimos genéricamente a la música en directo, sino que hacemos referencia a una forma musical concreta. Una forma musical es una «manera de hacer» música, una estructura que caracteriza una pieza musical, del mismo modo que en literatura hablamos de géneros (novela, ensayo, soneto). La forma concerto o concierto, se empezó a cultivar en el Barroco cuando contaba con unas características ligeramente distintas a aquellas por las que lo conocemos hoy. En general un concierto es una pieza musical en la que un instrumento solista dialoga con la orquesta: alternan temas, se imitan entre sí, se acompañan mutuamente.

En el siglo XIX el piano se convirtió en el instrumento romántico por excelencia. Todos los grandes compositores le dedicaron parte de su repertorio y algún que otro concierto. Esto conllevó a que la técnica del instrumento evolucionase, la figura del pianista cobrase relevancia y apareciesen los primeros virtuosos del piano (sobre todo a partir de Liszt). Los conciertos de Rachmaninov sin duda siguen esta línea, sin bien son algo posteriores (el segundo fue compuesto en 1901). Como anécdota os contaré que pocas obras dan tanto prestigio a un pianista como haber tocado el Concierto No.3 de Rachmaninov: se considera de una dificultad extrema.

La interpretación de hoy corre a cargo de Yevgeni Kissin al piano y Sir Andrew Davis dirigiendo la BBC Symphony Orchestra.

Anecdotario científico

Algunos datos curiosos a la par que inútiles sobre distintos científicos.

  • Los apuntes del laboratorio de Marie Curie son tan radiactivos que todavía hoy deben ser guardados en cajas de plomo. Los investigadores que quieran consultarlos deben aceptar trabajar bajo su propia responsabilidad.
  • Una hora antes de morir, en abril de 1955, Albert Einstein musitó sus últimas palabras en alemán. La enfermera de noche no las entendió.
  • Thomas Edison se declaró a su mujer en código Morse. Apodó a sus hijos «Dot» y «Dash» (punto y raya, guión).
  • A Charles Darwin le gustaba probar especies raras. Cada vez que descubría una nueva especie su curiosidad científica le llevaba a preguntarse a qué sabría una vez pasada por la plancha.
  • René Descartes inventó las coordenadas cartesianas porque se distraía hasta con las moscas. Debido a su precaria salud debía pasar largas temporadas en cama. Un día observando el vuelo de una mosca se preguntó cómo podría describir su movimiento. Para ello trazó dos ejes perpendiculares: la distancia a cada uno de ellos determinaría la posición de la mosca en cada instante.

(Vía: Futility Closet, Fogonazos, Ya está el listo que todo lo sabe)