Apple no se toma en serio la seguridad

Steve Jobs ha arremetido en diversas ocasiones contra Adobe por la catidad de bugs que contiene Flash, pero parece ser que Apple tampoco se escapa de esta lacra. Y es que Charlie Miller, un reputado hacker formado en la NSA, revelará esta misma semana en la CanSecWest de Vancouver 30 vulnerabilidades críticas (que permiten la ejecución de código) en programas comunes de MacOS, el sistema operativo de Apple.

Lo más curioso es cómo lo hizo. Construyó un script en Python de apenas 5 líneas de código que cambiaba un bit aleatorio de ficheros PDF o PPT y se los pasaba a distintas aplicaciones. De esta manera, encontró unas 1000 maneras de hacer que dichos programas dejasen de responder y, de todas ellas, encontró que 30 permitían la ejecución de código. La aplicación Preview (vista previa) de Apple ha sido la peor parada, con 20 vulnerabilidades críticas realmente simples. Tanto es así que Miller ha titulado su descubrimiento Apple Hacking For Dummies. Dado que el navegador web Safari hace uso de dicha aplicación cuando se abre una página que contiene un PDF, es muy fácil explotar los fallos mediante documentos PDF debidamente manipulados.

Miller, en 2007, ya encontró una manera de ejecutar código en el iPhone visitando una web con Safari y otra mediante un SMS.

(Vía: Hispasec y The Firewall)

El aplauso en la música clásica

Leo en Strambotic un interesante artículo titulado ¡No aplaudas todavía! La evolución de la ovación en la música clásica en el que se comenta una conferencia del crítico musical Alex Ross en la Royal Philharmonic Society. Según Ross:

XVIII: «Los oyentes del siglo XVIII se arrancaban a aplaudir mientras sonaba la música, igual que sucede actualmente en los clubs de jazz».

XIX: «La práctica de aplaudir en cualquier momento parece haber muerto en el transcurso del siglo XIX, aunque el público seguía aplaudiendo al final de cada movimiento de una pieza larga».

XX: «Al principio del siglo XX, cundió la idea de que uno debía permanecer en absoluto silencio durante una pieza con varios movimientos».

Actualmente se sigue esta norma última, y todavía existe un sector del público que acude a los conciertos que no sabe cuándo aplaudir; a veces hay quien se confunde y rompe la atmósfera, y ciertamente esto sienta muy mal entre el resto del público (donde me incluyo), que lo reprende severamente. Esto podría interpretarse como «una suerte de mandato divino cincelado en piedra», como lo define el autor del artículo, pero yo no lo veo así.

En mi opinión, el aplauso nunca ha dejado de ser una manifestación espontánea de aprobación. La música, como todas las artes, ha sufrido una evolución y el aplauso se ha ido amoldando a las necesidades que va demandando dicha evolución a lo largo del tiempo.

Me explico. En los comienzos del Clasicismo (por simplificar y no remontarnos más atrás), las sonatas —por poner un ejemplo— eran monotemáticas, de un solo movimiento, por lo que está claro que al final del movimiento surge el aplauso. Es probable que hubiera aplausos intermedios dado que dichas obras solían contar con cadencias donde el instrumentista improvisaba. Más tarde, las obras van ampliando el número de movimientos. Comienzan a surgir, por ejemplo, sonatas de tres o cuatro movimientos, como las de Mozart. Pero en estas obras todavía hay poca cohesión entre movimiento y movimiento; es decir, podría interpretarse cada movimiento por separado sin ningún problema. Tiene sentido, por tanto, aplaudir tras cada movimiento.

Con la llegada del Romanticismo y hasta nuestros días, se tiende a dotar de mayor coherencia al conjunto de movimientos entre sí, a crear un TODO. Y por supuesto que hay excepciones; criticadas, por cierto: por ejemplo, véase la Sonata nº2 de Chopin (que contiene, como tercer movimiento, la famosa Marcha Fúnebre). Esta sonata fue muy criticada en su día porque es una mezcolanza de 4 movimientos con poca o ninguna relación entre ellos.

Así pues, los movimientos ya no tienen sentido por separado. No puede interpretarse un solo movimiento de la Patética de Tchaikovsky, por ejemplo, porque dicha obra es un todo que hace un gran arco: hay una gran subida desde la desesperación del primer movimiento hasta el optimismo del tercero y una gran caída en el cuarto hasta la muerte. El aplauso único final surge como necesidad de la obra, igual que no apreciamos un cuadro mirando sólo una cuarta parte del mismo.

Ahora bien, podríamos plantearnos: entonces, ¿aplaudimos de diferente manera dependiendo del periodo al que pertenezca la obra que estamos escuchando? Mi opinión es que no, aunque puede defenderse la contraria perfectamente. De la misma manera, existen músicos con la opinión de que la música debe interpretarse con los instrumentos y las reglas estilísticas de su época. Yo también estoy en contra de dicha opinión. Los instrumentos han evolucionado, la música ha evolucionado, los instrumentistas han cambiado, y todos estos cambios, creo, han sido a mejor. Por tanto, ¿por qué no interpretar una obra de Bach tal y como la entendemos hoy en día, por qué no concebir las obras de cualquier periodo como un todo y aplaudir al final?

No veo una «trayectoria declinante» del aplauso. Simplemente responde a las necesidades de la música.

Machismo inverso

[…] El feminismo radical fue necesario, y nunca me cansaré de agradecer lo suficiente a madres, abuelas y bisabuelas el coraje que sostuvieron hasta conseguir para todos, hombres y mujeres, la igualdad de derechos y obligaciones.

Como mujer los privilegios por cuestión de sexo me producen profundo rechazo, me siento humillada y me avergüenzan. Entiendo que si alguien –una persona, una ley, un colectivo- me tiene que proteger es porque me considera débil e incapaz de salir adelante por mí misma.  Creo sinceramente, que una vez conseguida la igualdad de derechos y obligaciones, está fuera de lugar. No puedo evitar que mi cerebro conecte con las actitudes paternalistas y sobreprotectoras que mis padres mostraron hacia sus hijas, que no hijos. No deseo que el estado me considere así.

Estoy de acuerdo con Diego de los Santos en que en el siglo XXI el feminismo radical  “Ataca la igualdad entre hombres y mujeres. Es un machismo inverso: desposee de derechos a los hombres… por razón de su sexo.” Y yo añadiría, es un insulto a la capacidad de la mujer. […]

Artículo para la reflexión de Mujeres Colapsadas. Ya hemos tratado este tema en otras ocasiones, pero me parecía interesante recoger este punto de vista y las preguntas que se lanzan al final de dicha anotación.