Conceptos musicales: nota, tono, figura y ‘pitch’

Estos días, habréis venido leyendo —unos con mayor interés que otros— una serie de entradas sobre música y matemáticas que presumiblemente continuará, puesto que el tema da para mucho. En este punto, y antes de que sea demasiado tarde, me gustaría hacer un alto en el camino y aclarar algunos conceptos musicales algo confusos, sobre los que no hay una estandarización clara, ya que dependen del contexto e incluso del idioma. Me refiero a los conceptos «nota» («note»), «tono» («tone»), «figura» («figure») y «pitch» (que no tiene una traducción clara al castellano, tal vez «afinación»).

En inglés, el término note tiene dos usos, dependiendo del contexto:

  1. Designar un sonido con una afinación determinada y una duración relativa. Por ejemplo, un do5 (do del tercer espacio en clave de sol) corchea. Vemos que es duración relativa porque la corchea durará más o menos dependiendo del tempo que tengamos.
  2. Referirse a las notas de la escala, independientemente de la altura y la duración, a saber: do, re, mi, fa, sol, la, si; más sus correspondientes compuestos con sostenidos y bemoles.

En castellano, nota también significa cualquiera de las dos cosas indistintamente. Además, en castellano tenemos la palabra figura para referirnos a la duración relativa del sonido, independientemente de su altura (corchea, negra, blanca, semicorchea, etc.). En inglés, en cambio, no disponen del término figure para estos menesteres, puesto que lo utilizan para designar lo que en castellano (y también en francés y alemán) llamamos motivo: una pequeña idea musical compuesta por unas pocas notas (aquí, primera acepción).

En inglés, el término tone se utiliza para muchas cosas:

  1. Referirse a la afinación de un sonido, lo agudo o lo grave que es. Por ejemplo: un la a 440 Hz o un la a 442 Hz.
  2. Referirse a una nota (segunda acepción).
  3. Referirse al timbre de un sonido.

En castellano, tono se utiliza para lo siguiente:

  1. Designar un sonido puro (una sinusoide), de una sola frecuencia —en inglés, pure tone (tono puro).
  2. Referirse a la diferencia interválica correspondiente a una 2ª Mayor. Así, se dice que de do a re hay 1 tono, de mi a fa# también hay 1 tono —en inglés, whole tone—, mientras que de mi a fa o de si a do hay medio tono o 1 semitono —en inglés, semitone.
  3. En ocasiones, referirse a la altura de un sonido, como la primera acepción en inglés (más raro).

Ya veis que en este último término hay bastante más lío. No sucede así en pitch, palabra con difícil traducción que suele utilizarse tal cual en castellano. Su significado es parecido a la primera acepción de tone con un matiz: se refiere a la percepción subjetiva del sonido, aunque este no se produzca. Me explico. Si tocamos el do central del piano, estaremos produciendo un tono a 261.6 Hz más sus correspondientes armónicos a frecuencias múltiplos de esta, lo que le proporciona su timbre característico. El pitch de este sonido, es obviamente 261.6 Hz. Ahora bien, grabamos ese sonido de manera fidedigna, y mediante un procesado de la señal eliminamos el tono a 261.6 Hz dejando sólo los armónicos. Al volver a reproducirlo, nuestro oído seguirá oyendo un do a 261.6 Hz (con un timbre distinto, eso sí) aunque este, de hecho, ya no esté. Por ello, el pitch de este sonido modificado sigue siendo 261.6 Hz.

Quede aquí pues esta pequeña explicación de los conceptos con la intención de no haberlos enrevesado más de lo que estaban.

La conspiración lunar ¡vaya timo!

portada-conspiracion_lunarLa conspiración lunar ¡vaya timo! Eugenio Manuel Fernández Aguilar. Editorial LAETOLI. Colección ¡Vaya timo! ISBN: 978-84-92422-14-2. 176 páginas.

Mañana, lunes 13 de julio, se pone a la venta por fin el libro número 10 de la colección ¡Vaya timo!, dirigida por Javier Armentia, director del planetario de Pamplona, e impulsada por la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico. Una colección destinada a presentar, analizar y desmantelar los principales mitos, leyendas y pseudocosas que tanto abundan todavía en la actualidad, alimentadas por carroñeros que hacen de ello su negocio e incentivadas por la falta de pensamiento crítico en una sociedad con exceso de crédulos.

El presente ejemplar, La conspiración lunar ¡vaya timo!, como su propio nombre indica, trata el tema de la supuesta conspiración lunar. Su autor hace una recopilación de las 50 hipótesis más remarcadas por los conspiranoicos para sostener la tesis de que todo fue un mero montaje y que el hombre no llegó a la Luna, para luego diseccionarlas una a una mediante un proceso de pensamiento científico —esto es, no dando nada por sentado, discutiendo cada detalle de forma ordenada hasta llegar a alguna explicación—, y refutándolas de manera contundente.

EugenioEn esta ocasión, el autor es nuestro amigo Eugenio Manuel Fernández Aguilar, del conocido blog de divulgación científica Ciencia en el XXI. Para los que todavía no lo conozcáis, Eugenio, sevillano de 33 años residente en Rota (Cádiz), es licenciado en Física, profesor de ciencias en Educación Secundaria en Rota, blogger, fantástico divulgador y mejor persona —no necesariamente en ese orden—, y en la actualidad se halla realizando el doctorado en Filosofía de la Ciencia.

Se trata de un libro ameno, de fácil lectura, con un lenguaje cercano pero sin perder el rigor necesario, muy recomendable. Es la extensión, por así decirlo, de la serie de entradas tituladas El ridículo de la conspiración lunar que podéis encontrar en su blog. En este libro, mediante un enfoque diferente al del blog, el crédulo hallará el sendero del pensamiento crítico, y con un poco de su parte tendrá ante sí una nueva perspectiva que hará tambalear todas sus creencias al respecto; el escéptico, en cambio, hallará tal vez una forma de ordenar su pensamiento, una fuente sólida de argumentos para combatir por su cuenta la superchería.

Y todo esto lo sé porque tuve el honor de ser el primero en leer el libro, ya que fui, allá por enero, el encargado de ejercer de talibán ortográfico buscando erratas varias. Así que ya sabéis, si encontráis algo mal escrito, culpa de la editorial… ;-)