Premios “Terrorista Ortográfico”, edición IV

Empezó como una chorrada, y a lo tonto ya vamos por la edición «palito-uve». Y es que la gente nunca deja de sorprenderme. La presente edición es algo especial, ya que la obra de la literatura castellana que os voy a presentar a continuación ha sido la flamante ganadora de los premios primero, segundo, tercero, y también el premio especial; se lo doy todo: se lo merece. Si os parece, la titularemos Yo quiero borbel contigo (vista en Escolar.net). Ahí va la transcripción, para vuesa comodidad (parad de vez en cuando para tomar aire, no esperéis encontrar una sola coma):

Jonatan haber por que has cortado conmigo por que yo quiero ser tu novia cariño y aber yo no edicho que esta mos sali endo anadie sabes guapeton que Hijo cuando telebantastes la camiseta padre me bajo la tension y los cuadra os que tienes hay me esta bajando la tension haora Jonatan y te acuerda cuando me estabas tocando la pierna Jonatan tenia ganas de darte un beso honbreton y hayer en el patio tanbien meha bajao la tension de berte Jonatan siempre quete beo Joanatan mebaja la tension Hijo is es que yo quiero borbel contigo Jonatan por favor Jonatan por favor Jonatan por favor telo suprico Jonatan guapeton honmreton Hijo que sienbre que te beo mebaja la tension Joanatan Jonatan por favor no me agas esto Jonatan por favor Jonatan buelve con migo que estoy por ti que no cago asta meolo dice la Leti Hija Jeni que esta por el que no cagas Jeni Hija que estas por el que no cagas me dice la Leti y sabes por donde bibo Jonatan donde me bistes en el chino en el broque que esta esta pegao pues hay bibo y todos los dias a las 4:00 estoy rondando con mis primas Jonatan paque sepas donde bebo guapo

¡Jonataaaaaaaaaaaaaan, por favor, que se nos va como le siga cayendo la tensión!

Impresionante testimonio, amigos, compañeros, por qué no decirlo. No se veía nada parecido desde Shakespeare, si es que ha habido alguna vez un mono llamado Shakespeare al que le gustase jugar con lapiceros, claro. En otras circunstancias, me dedicaría a explicar detalladamente el error cometido, pero ante tal cúmulo de despropósitos, resumiré: ¡ASÍ NO se escribe!

Sinfonía No.7 en La mayor Op.92 de Beethoven

Volvemos a los clásicos para hablar del maestro de maestros: Ludwig van Beethoven. Todavía no habíamos hablado del alemán, uno de los más grandes compositores de todos los tiempos. Su música parte de un Clasicismo maduro y evoluciona poco a poco hacia lo que sería más tarde el Romanticismo.  No me extenderé en los detalles sobre su vida, ya que es un personaje muy popular sobre el que mucho se ha escrito. Quien más, quien menos, sea por libros o por películas, ya conocerá su difícil infancia, su carácter irascible, la sordera que padeció que no le impidió seguir componiendo obras maravillosas, y las dolencias que sufría, que acabaron con su vida a los 57 años (investigaciones recientes indican que fue por intoxicación por plomo).

Podría elegir decenas de obras para mostraros (por ello, seguro que esta no será la única ocasión que os ofrezcamos su música):

[…] nueve sinfonías, una ópera, dos misas, tres cantatas, treinta y dos sonatas para piano, cinco conciertos para piano, un concierto para violín, un triple concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta, dieciséis cuartetos de cuerda, una gran fuga para cuarteto de cuerdas, diez sonatas para violín y piano, cinco sonatas para violonchelo y piano e innumerables oberturas, obras de cámara, series de variaciones, arreglos de canciones populares y bagatelas para piano.

Sin embargo, la obra escogida hoy, sin ser de las más famosas, contiene un movimiento sublime que consta entre mis piezas favoritas. Y aunque recomiendo escuchar la sinfonía entera, aquí os dejaré sólo el segundo movimiento, el Allegretto de la Sinfonía No.7 en La mayor Op.92. En este movimiento se reflejan las características fundamentales de la música de Beethoven: nunca compuso grandes melodías, ni falta que le hizo; su creatividad se hallaba en los pequeños motivos, y el trabajo se desarrollaba en la armonía, el contrapunto, y en la repetición y variación de los motivos. En este Allegretto la melodía es una mera espectadora de lo que ocurre a su alrededor, es armonía, es una línea que juega al contrapunto con las demás voces. Se encuentra en todo momento —salvo en el clímax— en una posición intermedia: siempre hay instrumentos más graves e instrumentos más agudos sonando a la vez haciendo lo verdaderamente importante. Porque la melodía queda en anécdota cuando uno se da cuenta de la fuerza de la base, esos acordes lentos, bajo un patrón rítmico implacable, con esa armonía que te lleva en volandas.

Me he acordado estos días de este movimiento tras ver la película Knowing, de Nicolas Cage. Muy mala, por qué no decirlo, pero con una secuencia de imágenes acompañadas de esta obra de Beethoven que impresionan bastante; pareciera que la música está hecha expresamente para ellas. De hecho, ya hablamos del Allegretto por aquí con motivo del centenario de Karajan, pero quería recuperarlo para poner una versión más cercana a mi gusto. La versión de Karajan es demasiado rápida: se preocupa más de la melodía que del resto, y eso es un error. Esto hace que el ritmo se diluya y que la armonía pierda su carácter y su fuerza. A menudo se utiliza la expresión de que la música «camine», y tiene un sentido siempre de que no hay que precipitarse, pero tampoco hay que pararse. Y en este movimiento los acordes deben caminar sin precipitarse, llevando a la melodía hacia el clímax a un ritmo calmado pero inexorable.

La versión que más me gusta es la interpretación que la London Symphony Orchestra hace en un álbum donde se recogen las sinfonías completas de Beethoven. Los que tengáis Spotify podéis buscarlo mediante la cadena «beethoven complete symphony london». Como en Youtube no está, he encontrado una interpretación próxima a cargo del director Charles Latshaw. Fijaos como mueve los brazos de atrás hacia adelante formando un círculo indicando precisamente eso: que la música camine.

Ver vídeo

Trackback spam

Retiro lo dicho. Dejo los comentarios tal y como estaban, para vuestra comodidad. Tras recibir otra oleada de spam esta madrugada, me he dado cuenta de un detalle importante: en ningún momento he recibido comentarios de spam, no; el truco sigue funcionando a las mil maravillas. Lo que estaba recibiendo era spam en forma de trackbacks, una lacra que tienen los blogs sobre la que mucho se ha escrito. Es una gran funcionalidad, pero a su vez, un gran coladero de spam, y los que se dedican a esto se han dado cuenta: no tienen que preocuparse de sistemas CAPTCHA, ni de tretas como la que tengo puesta yo, ni de validaciones mediante JavaScript… nada. Mandan el trackback limpiamente y se publica sin mayores problemas.

Claro que esto tiene una solución sencillísima —y no comprendo cómo no lo implementa WordPress por defecto YA— en forma de plugin. El plugin en cuestión se encarga de algo tan rápido y fácil como comprobar que la IP del que manda el trackback es la misma que la web a la que hace referencia. Esto, evidentemente, no se cumple en el caso del spam, porque son bots los encargados de enviarlo.

Existe otra opción más drástica, claro está, que consiste en deshabilitar los trackbacks. A gusto del consumidor, como todo; si falta sal, se añade. Y si no es amigo de andar deshabilitando funcionalidades, ponga un Simple Trackback Validation Plugin en su vida.