Cociente intelectual, no coeficiente

Coeficiente, coeficiente, coeficiente… Qué manía tiene la gente con lo del «coeficiente intelectual». Con la noticia que tengo en pantalla ahora mismo, es la tercera vez en poco tiempo que lo leo. Podéis encontrar dicha barbarie en:

Lo lees una vez y te chirría, pero dices «bueno, se habrán despistado…». Pero no. Es un error que se repite y se repite. Buscando en mi lector de feeds, he encontrado más casos en PÚBLICO, también en NovaCiencia, y hasta en Wis Physics (un poquito de por favor, Wis). EL PAÍS, aNieto2k, o Genciencia tampoco se salvan de la quema. Y buscando en Google, ya ni os cuento…

Fijaos: es tan común el error que la RAE ha optado por aceptarlo. Pero no, me niego. Es un uso totalmente indebido. Un coeficiente es un factor multiplicativo en matemáticas. En física sucede lo mismo: los coeficientes expresan la relación entre dos magnitudes. Es un valor que multiplica. El CI no es nada de eso; es más, es un valor que se extrae de una división, de ahí lo de cociente.

Así que, por favor, COCIENTE INTELECTUAL.

La mejor inversión de su vida

Hay mucha gente que se dedica a registrar dominios en Internet, direcciones que consideran «buenas», con la esperanza de que alguna gran empresa se interese tanto por comprar alguno de ellos que pagarían lo que fuera. No es una práctica nueva, por supuesto. En los inicios de Internet y el gran auge de las «.com», fue un fenómeno habitual. Las empresas, lógicamente, querían tener una página web en una dirección con su nombre, pero… ¡muchos ya estaban cogidos! Así que tocaba apoquinar. No sé si Microsoft se lo compró a alguien, pero: imaginad que por allí por los albores de Internet conseguís registrar un dominio como «microsoft.com»… ¡tendríais la vida resuelta!

Hoy en día, se sigue haciendo, y se siguen rentabilizando. El «negocio» ha evolucionado mucho, de hecho. Ahora, ya no se limitan a registrar el dominio: crean una pequeña página web inútil y trabajan duro para posicionarla bien en las búsquedas de Google. Cuantos más dominios tienen y más páginas web enlazándose entre ellas, más arriba salen en las búsquedas. ¿Y qué empresa podría resistirse a pagar por un caramelo tan jugoso? Comprar un dominio y tenerlo bien posicionado en Google de entrada (eso implica visitas, muchas visitas)… desde luego que pagan.

Con la reciente aparición de los dominios con «ñ» y demás carácteres especiales que ahora se permiten, seguro que miles de estos inversores se han abalanzado a la caza de los mejores dominios. Y digo inversores porque eso es lo que son. Registrarlos no es gratis, y mantenerlos tampoco. No valen mucho dinero, andarán por los ¿20$ al año?, pero los que se lo toman en serio tienen registrados muchos: decenas e incluso los habrá con centenares. Sin embargo, les saldrá rentable ¿no?, si lo hacen…

Y todo esto viene a que he leído en PÚBLICO cómo un neoyorquino ha logrado vender un dominio por 2,6 millones de dólares. Chris Clark, que tiene una asesoría de páginas web, mantenía el dominio «pizza.com» desde que lo adquirió en 1994. Curiosamente, afirma que lo compró con la intención de convencer a una pizzería para que se asociase con él, pero no lo logró, así que se quedó con el dominio y ahora lo ha subastado. Ha tardado 14 años en rentabilizarlo, pero ¿ha sido o no ha sido una inversión cojonuda?

La obra completa de Sherlock Holmes

Por cosas como ésta es tan maravillosa Internet.

Hace bastantes años que descubrí y me encandiló Sherlock Holmes, el genial detective de ficción creado por el escritor Arthur Conan Doyle. Creo que no necesita presentación, para los que la necesiten, ahí arriba tenéis la referencia. Estos años he ido recopilando viejas ediciones de bolsillo con sus historias; no son libros que estén en todas partes. Y tengo muchas, pero no todas. Las cuatro novelas que existen, así como sus relatos cortos, son de esas piezas de lectura que te enganchan desde la primera palabra hasta el desenlace final. A menudo disfruto releyéndolas, debido a que los detalles de los casos se van olvidando y al cierto tiempo vuelven a sorprenderme como el primer día.

El caso es que he leído una anotación en Microsiervos donde citan una frase del personaje. Ésta me ha llevado a su artículo en la Wikipedia (que referenciaba antes), y ésta, a su vez, a una página donde guardan en PDF la obra completa de Sherlock Holmes.

Si nunca habéis leído un libro suyo, ya no tenéis excusa. Es una lectura indispensable. Además, si os gusta la serie House, os gustarán doblemente estas historias, ya que el Dr. House es la viva imagen de Sherlock Holmes, pero en maleducado (Holmes es un perfecto caballero inglés, por supuesto). Precisamente con esa intención fue creado, entre otros detalles:

  • House vive en el 221B; Holmes en el 221B de Baker Street.
  • House se droga para el dolor de su pierna; Holmes cuando no tienen ningún caso que ocupe su cabeza.
  • House toca el piano; Holmes el violín.
  • Comparten su método deductivo y su genialidad para recomponer los casos a través de pequeños detalles.
  • Nótese el parecido House-Holmes.
  • House y Wilson tienen una relación parecida a Holmes y Watson.
  • Nótese el parecido Wilson-Watson.

Y, para finalizar, una curiosidad: la celebérrima frase «Elemental, mi querido Watson» tan sólo aparece una vez en todos los relatos de Sherlock Holmes. Más tarde fue repetida y popularizada en las versiones cinematográficas que se han hecho.