Mi compañero Piperoman está de Erasmus y me cuenta que allí tiene un amigo que es un poco pesado, así que se ha propuesto sacarlo de órbita de una patada en el culo.
Para ello, en primer lugar tiene que hallar la velocidad que necesita adquirir el culo de su amigo —suponiendo que el resto de la masa de su cuerpo es despreciable en comparación con la de su culo— para escapar de la acción gravitatoria de la Tierra. Con dicha velocidad, tras muuucho tiempo alejándose (en principio, infinito), llegaría un momento en el que se pararía —luego la energía cinética sería cero— en un lugar a una distancia muuuy lejana (en principio, infinita), y el campo gravitatorio ya no tendría acción sobre él —luego la energía potencial también sería cero—. Aplicando el principio de conservación de la energía para este punto hipotético y el de partida, tras la patada en el culo, y despreciando el rozamiento atmosférico, tenemos:
donde es la velocidad de escape que queremos hallar,
es la constante de gravitación universal,
es la masa de la Tierra,
el radio o distancia al centro de la Tierra, y
la masa del culo del amigo de Piperoman. Operando y sustituyendo
por
, el radio de la Tierra —dado que se encuentra en estos momentos sobre la superficie de la Tierra—, obtenemos:
Podemos observar un par de propiedades muy curiosas de la velocidad de escape. Por un lado, vemos que no depende de la masa del objeto; tan sólo de la intensidad del campo gravitatorio, (valor propio de cada astro; en la Tierra, 9.81 N/kg), y de la distancia. Por otro lado, nuestra deducción en términos energéticos desprende que tampoco depende de la dirección; da igual hacia dónde le dé la patada —siempre y cuando la trayectoria no cruce la Tierra, claro está—.
Para velocidades menores a la velocidad de escape, el culo del amigo de Piperoman entraría en órbita elíptica, una elipse cada vez menos excéntrica conforme consideramos una velocidad menor hasta hacerse circular, y a velocidades por debajo de la que consigue la órbita circular, la órbita se vería interrumpida por la Tierra; vamos, que caería al suelo otra vez.
Con este dato, Piperoman ya puede calcular la velocidad a la que tiene que patear ese trasero. Asumiendo un choque perfectamente elástico —esto es, que el culo no se desintegra…—, su pie llegará con una cierta velocidad al culo por última vez en reposo de su amigo, y, tras el impacto, ambos adquirirán una nueva velocidad, con la restricción de que la del culo debe ser la velocidad de escape antes calculada. De nuevo, por el principio de conservación de la energía cinética:
Y el principio de conservación del momento lineal establece que:
Combinando las expresiones anteriores, podemos despejar la velocidad del pie, obteniendo lo siguiente (para un pie de 1 kg y un culo de 80 kg):
¡Una superpatada! Por último, si la pierna mide 90 cm, se corresponde con una velocidad angular de
Suponiendo que la amplitud de la patada es de unos 2π/3 radianes (120º), obtenemos finalmente una aceleración angular constante de