Universidad Complutense de Madrid, 2009

¿Sabéis quién dijo que todo es relativo? Albert Einstein: el mejor inventor de la historia.

Mi profe, ayer, en otro arranque de lucidez, quiso despedir el trimestre explicándonos que la realidad no existe, que cada cual la interpreta a su manera, etcétera. La frase es literal y quizás no la tontería más grande que ha soltado desde octubre, aunque cueste creerlo. Con esto dan comienzo oficialmente mis vacaciones (¡vacaciones!). Si notáis que baja el ritmo por mi parte, es porque la Bartola y yo necesitamos retomar nuestra intimidad (¡vacaciones!).

‘Zoología del viaje del Beagle’ de Darwin. Los dibujos de Elizabeth y John Gould

En las paredes de mi casa, cuelgan una serie de láminas con ilustraciones de distintas aves. Nunca me había preocupado por saber quién era su autor, hasta que hace unas semanas, celebrando el bicentenario de Darwin entre bites y vínculos web, me extrañó que el célebre biólogo tuviese además tal dominio del dibujo y las técnicas de grabado. En efecto, las ilustraciones incluidas en los libros de Darwin eran realizadas por distintos grabadores. En el caso de la Zoología del viaje del HMS Beagle, el tomo sobre ornitología al que pertenecen las láminas de mi casa, fue ilustrado, principalmente, por Elizabeth Gould y escrito por su marido, John Gould, ornitólogo y colaborador de Darwin.

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Mimus melanotis (ahora llamado Nesomimus melanotis) y Sylvicola aureola.

Elizabeth Gould comenzó su trabajo como ilustradora gracias a la iniciativa John. Él la animó a recibir clases de Edward Lear, colaborador suyo y autor de algunas de las ilustraciones de sus libros. Desde entonces Elizabeth fue perfeccionando su técnica y estilo, llegando a elaborar más de 600 litografías e ilustraciones para los primeros libros de John, como: A Century of Birds from the Himalaya Mountains (1832), The Birds of Europe (1837), A Monograph of the Ramphastidae (1834), A Monograph of the Trogonidae (1838), Icones Avium (1938) o The Birds of Australia (1838).

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Pericrocotus Brevirostris y Tragopan Hastingsii.

Zoology of the Voyage of HMS Beagle, es una obra divida en cinco partes de varios autores, coordinada y editada por Charles Darwin. Recoge las observaciones y descripciones referentes a zoología, recogidas durante su viaje a bordo del Beagle, entre los años 1831 y 1836. No se debe confundir con The Voyage of the HMS Beagle (también conocido como Journal and Remarks), el diario de viaje de Darwin y una de sus obras más conocidas. Este viaje de 5 años fue fundamental para el trabajo de Darwin. Gracias a él se labró una reputación como geólogo y científico y comenzó a desarrollar su teorías sobre la evolución, que publicaría dos décadas más tarde como On the origin of species (1859). La publicación sobre zoología contiene ilustraciones impresionantes relacionadas con sus 5 temas estructurales: fósiles de mamíferos, mamíferos, pájaros, peces y reptiles. El tercer tomo, sobre ornitología, fue el escrito por John Gould e ilustrado por su esposa. En Darwin Online podéis ver y descargaros la obra completa.

Tanagra Darwini3Pyrocephalus-nanus
Tanara Darwini (podéis adivinar de dónde viene su nombre) y Pyrocephalus nanus.

También resultan muy recomendables las ilustraciones de The Birds of Australia, una obra de 7 tomos escrita por John Gould que podéis visitar online aquí. Su mujer lo acompañó en su viaje a las antípodas entre 1838 y 1840, pero moriría poco tiempo después de fiebre puerperal, con 8 partos a sus espaldas. Tras la muerte de Elizabeth, John contrató a otro ilustrador llamado Henry C. Richter. Los dibujos que Elisabeth había realizado en Australia fueron reproducidos como litografías por Richter y publicados bajo su nombre. El trabajo de la autora quedó así totalmente eclipsado, cuando no atribuido por completo a su marido. Lo cierto es que resulta difícil establecer el límite de la colaboración entre ambos: la mayoría de las ilustraciones que he encontrado aparecen bajo el nombre de John, sin que quede constancia, sin embargo, de que el ornitólogo tuviese algún interés por el dibujo o el grabado. Por otra parte, parece que las primeras litografías fueron elaboradas por Elizabeth, principalmente, a partir de apuntes de su marido. De un modo u otro, sirva esta entrada para reivindicar la aportación de la autora y daros a conocer estos magníficos libros.

Niveles de error

Cuando las personas creían que la Tierra era plana, estaban equivocadas. Cuando creían que la Tierra era esférica, estaban equivocadas. Pero si crees que considerar la tierra esférica es tan equivocado como creer que la Tierra es plana, entonces tus ideas están más equivocadas que las dos ideas anteriores juntas.

(Isaac Asimov, es­cri­tor y bio­quí­mi­co. Vía Etiopica)

El Sol gira alrededor de la Tierra

Futility closet recupera algunos de los argumentos esgrimidos contra las teorías heliocéntricas defendidas primero por Aristarco y Copérnico, y, finalmente, por Galileo.

Los animales, que sí se mueven, tienen extremidades y músculos; la Tierra no tiene extremidades ni músculos, por lo tanto, no se mueve.

Scipio Chiaramonti, Universidad de Pisa, 1633.

Los edificios y la Tierra misma saldrían disparados a tal velocidad, que los hombres necesitarían estar provistos de zarpas, como los gatos, para poder agarrarse a la superficie terrestre.

Libertus Fromundus, Anti-Aristarchus, 1631.

Si aceptásemos que la Tierra se mueve, ¿por qué, al disparar una flecha al aire, esta vuelve a caer en el mismo punto, cuando, entretanto, la Tierra y todas las cosas que hay sobre ella se han movido rápidamente hacia el Este? ¿Quién no ve el gran desorden que provocaría este movimiento?

Polacco, Anticopernicus Catholicus, 1644.

[Los astrónomos estiman que la velocidad de rotación de la Tierra es de unos 1000 kilómetros por hora.] Un avión volando a esa velovidad en la misma dirección de la rotación, no avanzaría en absoluto. Permanecería suspendido en el aire, sobre el mismo punto sobre el que despegó, ya que ambas velocidades son iguales. Además, no habría necesidad de volar de un sitio a otro situados en la misma latitud. El avión podría, sin más, elevarse y esperar al país deseado en el curso normal de la rotación, y entonces aterrizar; aunque es difícil imaginar cómo un avión podría posarse en absoluto sobre una pista que se desliza a una velocidad de 1000 kilómetros por hora. Ciertamente, sería útil conocer lo que la gente dedicada a la aviación piensa acerca de la rotación de la tierra.

Gabrielle Henriet, Heaven and Earth, 1957.

Si la Tierra se moviese a una gran velocidad, ¿cómo podríamos agarrarnos a ella con nuestros pies? Solo podríamos caminar muy, pero que muy lentamente, y la veríamos deslizarse rápidamente bajo nuestros pies. Si caminásemos a favor de su tremenda velocidad, nos empujaría terriblemente rápido. Pero ¿y si tratásemos de caminar contra su rotación? —De un modo u otro, estaríamos tremendamente mareados y nuestros procesos de digestión serían imposibles.

Margaret Missen, The Sun Goes Round the Earth, citada por Patrick Moore en Can You Speak Venusian?, 1972.