La fuerza de Lorentz y el motor homopolar

La fuerza de Lorentz es la fuerza que experimenta una carga a su paso por un campo electromagnético. En la imagen se puede observar la situación más simple: una carga (Q) moviéndose a velocidad constante (v) por un campo magnético constante (B) producido por un imán. La fuerza resultante viene del producto vectorial de la velocidad de la carga por el campo magnético, por lo que ésta es perpendicular tanto a la velocidad como al campo. Debido a esto, si la carga llevase la misma dirección que el campo magnético, la fuerza de Lorentz sería nula.

Pero basta de teoría aburrida. Vamos a experimentar. Podemos ver la fuerza de Lorentz con nuestros propios ojos gracias a un sencillo experimento que cualquiera puede realizar en su casa.

Vamos a construir un pequeño motor homopolar, que es un motor eléctrico que se basa en la fuerza de Lorentz para transformar la energía eléctrica en movimiento. Necesitamos lo siguiente:

  • Un hilo de cobre.
  • Un imán de neodimio cilíndrico, que podremos encontrar con suerte en algún cacharro viejo.
  • Una pila.

Su construcción es tan simple que ni la voy a explicar. Mejor os enseño unos vídeos. La forma más fácil de construirlo es la siguiente:

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La misma idea que el anterior, pero esta vez dejando fijo el alambre de forma que la pieza móvil sea la propia pila. Gracias a la incorporación de monedas distintas (diferente material, diferente conductividad), en este vídeo se consigue un motor homopolar con diferentes velocidades:

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Para finalizar, más de lo mismo con un tornillo:

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La explicación del funcionamiento es sencilla. En todos estos casos, el campo magnético lleva la dirección del eje axial de la pila y el imán, mientras que la corriente fluye de forma radial desde el centro del imán hacia la superficie cilíndrica, donde el alambre hace contacto. Por lo tanto, la fuerza (que es perpendicular a las dos direcciones anteriores, recordemos) es circular y hace que se mueva la pieza móvil.

Cazadores de mitos: el hombre en la Luna

Los Cazadores de mitos, como siempre, geniales. En esta ocasión intentan (y consiguen de manera intachable) refutar el mito que sostienen muchos conspiranoicos de que el hombre no llegó a la Luna, que fue todo un montaje de la NASA. Aunque esta anotación sea un simple «copy & paste» de la de El beso en la Luna, merece la pena darle difusión: me siento obligado a compartirlo con vosotros, como dice Eugenio.

Y como dirían Adam y Jamie¡CAZADO!

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Relativismo mal entendido

Cierto tipo de gente que se cree superior suele decir con suficiencia que «todo es relativo», lo cual es absurdo, porque si todo fuese relativo, no habría nada relativo a ese todo.

(Bertrand Russell, filósofo y matemático británico)

Es curioso cómo la gente se llena la boca con esa frase: «todo es relativo». Y no sólo eso, además mentan a Einstein como aval para su afirmación, por aquello de que les suena algo de Relatividad, Teoría de la Relatividad… algo así.

Pues no, señores. Primero, no todo es relativo, porque si así fuera, nos iría muy mal en la vida. Por poner un ejemplo rápido, en el ámbito moral, ¿que esté mal maltratar a la mujer es relativo?

Y segundo, Einstein no tiene nada que ver con el relativismo. A eso le llamo yo «oir campanas y no saber dónde». Precisamente la Teoría de la Relatividad —erigida como estandarte de esos relativistas de conveniencia tantas y tantas veces— se opone al relativismo en el ámbito de la física, pues establece un marco absoluto para todo el Universo. El principio de relatividad establece que todas las leyes físicas toman la misma forma en todos los sistemas de referencia. Resumiendo y simplificando, que una pelota cae aquí igual que en Plutón e igual que en Vega, a 8,13 pársecs de aquí.

«Todo es relativo». De eso nada. Siempre que oigo esa frase me suena a cortar por lo sano, a mirar para otro lado: «no, es que todo es relativo». Es la excusa perfecta para huir de un hilo argumentativo que no se es capaz de rebatir. Y el que encima se ampara en Einstein, denota que no entiende un carajo ni de la Relatividad, ni del Relativismo.

Doce billones de euros a quien demuestre la Teoría Creacionista

Como decir estupideces es gratis, pa’ chulo yo, que para eso soy navarro, la hostia.

Ofrezco 6 billones de euros a quien demuestre la existencia de Dios.

Sin trucos, no como el amigo Harun Yahya: me da lo mismo Ra, que Alá, Jesucristo o Zeus. Y no me quedo ahí…

Ofrezco 6 billones de euros más a quien demuestre la Teoría Creacionista.

Pero sin mamonadas, nada de billones light como los que gastan los EEUU: billones de los gordos, de los de doce ceracos; y libres de impuestos, ahívalahostia. Y dejad de reíros, cabroncetes, que va en serio. Fijaos que ni siquiera lo he incluído en la categoría de humor.

Hoy, 30 de septiembre de 2008 a las <hora de publicación de este post>, da comienzo este concurso blogueril. Los interesados pueden mandar sus propuestas a la dirección de contacto.

¡Difundid la noticia, porque ningún dios lo hará por vosotros!

De ignorantes autosatisfechos

Todavía no me había recuperado de las estupideces (muy bien desmontadas por aberron) que el señor (?) Juan Manuel de Prada ha soltado en el XLSemanal, cuando leo —así, sin anestesia ni nada— lo siguiente en EL PAÍS, en Seis billones de euros a quien demuestre la Teoría de la Evolución:

El premio que un creacionista turco ofrece a quien demuestre la verdad de la Teoría de la Evolución es de diez billones de liras turcas, unos 6,2 billones de euros. Pero el premio tiene truco, ya que Harun Yahya, de 52 años, exige que alguien le muestre un «fósil intermedio» entre dos especies, algo que asegura inexistente. Para esta última afirmación se apoya en el volumen de 800 páginas que publicó en 2006 mostrando fósiles de todas partes del mundo y asegurando que son iguales a los animales vivos de hoy en día. No aclara tampoco de dónde sacaría el dinero prometido en caso de que alguien logre cumplir con sus requisitos.

Llegado a este punto, no sabía si reírme o llorar, pero sin duda lo mejor estaba por llegar:

En una entrevista con la edición digital del semanario alemán Der Spiegel, Yahya pronostica el fin del Darwinismo, que califica de «complot satánico» y de haber amamantado los grandes desastres del siglo XX, como el nazismo y el estalinismo. También acusa a los terroristas que se llaman islámicos de ser darwinistas, y lo hace de esta manera:

«(…) Si miramos al presente, vemos que los miembros de organizaciones terroristas, incluso aquellas que se hacen llamar musulmanas, son darwinistas, ateas. Pero una persona con fe auténtica, que reza habitualmente, no va por la vida poniendo bombas aquí y allá. Es gente que se hace pasar por musulmanes, que actúan como musulmanes, los que perpetran los atentados; o darwinistas que dejan claro que son terroristas, o comunistas que cometen terrorismo. Por tanto, todos son darwinistas».

Yo, de verdad, no sé qué decir ante tal cúmulo de despropósitos. Como diría Friker Jiménez, «escalofriante testimonio; amigo, compañero». Hay que ver qué cabrones son estos darwinistas, ateos de mierda, que se inmolan con una bomba —aun cuando saben que no hay ningún Dios ni ningún paraíso que les espere tras su muerte inútil— solamente para enfrentar a los pobres y pacíficos religiosos que nunca le han levantado la mano a nadie.