Adoctrinamiento

No tiene desperdicio: copio y pego el siguiente texto visto en Las penas del Agente Smith, visto a su vez en los comentarios del blog de David Bravo y que procede del blog de un profesor de instituto.

Esta mañana he encontrado un papel en mi casillero del instituto. Le he echado un vistazo y era una especie de borrador sobre los peligros de Internet para los adolescentes. No venía con remitente, pero he recordado que me habían ofrecido que un policía se pasara por la clase de la que soy tutor, para dar a los alumnos alguna que otra charla sobre las bandas callejeras o los peligros de Internet, a lo que accedí. Así que he ido al director a preguntarle si tenía algo que ver con ello. Y efectivamente, así era.

[…]

En una de las advertencias que la Policía incluye para los chavales, se dice que descargar música o películas de la red es un delito. Repito. En una de las advertencias que la Policía incluye para los chavales, se dice que descargar música o películas de la red es un delito. Así, como lo leéis.

Ni siquiera en la vergonzosa web que el Gobierno, con tu dinero, le ha montado a sus vendidos amigos artistas se atreven a decir que descargar una canción de Internet es un delito. Porque no lo es: lo dice la ley, y lo dicen varias sentencias firmes dictadas por varios jueces. Descargar música de Internet no es un delito; descargar cine de Internet no es un delito.

Sin embargo, uno de los organismos encargados de hacer cumplir la Ley quiere difundir en los adolescentes una idea mentirosa, falsa y manipuladora. ¿Por qué?

Se están jugando el todo por el todo. La campaña del Ministerio da bastante risa, pero esto ya empieza a asustar. Como dice Rinzewind:

Molaría una campaña en sentido inverso: descargar no es delito. Yo pondría pasta.

Yo también.

Juegos de palabras

¿A quién le importa la crisis, el desempleo y las hipotecas cuando podemos entretenernos con divertidos juegos de palabras? Eso es lo que deben de pensar nuestros políticos. Es una manera como otra cualquiera de pasar el rato, marear la perdiz y distraer a la opinión pública; como si hubiera pocos realities en la tele.

El otro día fue Joan Tardà, diputado de ERC, quien espetó un «muerte al Borbón». Más tarde se excusó diciendo que no había deseado la muerte de nadie, que era una «expresión histórica», «popular» y «metafórica» que hacía referencia a Felipe V, y que por lo tanto «se sacaron de contexto» y «se malinterpretaron». Toma ya. Ahí es nada. Seguro que se pasó toda la noche ensayándolo delante del espejo hasta que por fin le salió de carrerilla sin partirse el ojete entre medias.

Impresionante. Me imagino a los de ERC cuchicheando por teléfono: «mira, mira, la que se me ha ocurrido…», «uuuh, ¡qué buena!, ¿la soltarás mañana?, ¿y quién va a explicarlo delante de los medios?, que a mí me da la risa…». Que yo soy el primero que está en contra de la monarquía, pero tonterías las justas. Si metes la pata, métela hasta el fondo, pero no vengas con excusas chorras, que no somos imbéciles.

Ahora es Fraga —nooo, su hijo no; él mismo, que aún dura— el que se une a la fiesta. Acerca de las palabras del señor Tardà, Fraga ha asegurado que habría que ponderar el peso de los partidos nacionalistas «colgándolos de algún sitio». ¡Madre mía, qué perspicacia a su edad! ¿Qué ocurre? Que ahora ERC se queja de estas palabras. No se dan cuenta de que Fraga siempre podrá decir que se refería a «colgarlos de una balanza», porque es así como se pesan las cosas, ¿no?

Qué bien se lo pasan nuestros políticos.

Lo típico se ha convertido en typical

No estoy de acuerdo con los que opinan que somos una colonia cultural y económica de los Estados Unidos: en las colonias las tradiciones del país se entremezclan en parrandera promiscuidad con las costumbres importadas de la potencia que lo coloniza. Así, en Hong Kong se veía a chinos llevando a los turistas en palanquín al pie de los rascacielos, y en Melilla el zoco coexiste con el cuartel de la legión. Cada colonia conserva sus hábitos y si los nativos tienen lo que hay que tener los contrapone con montaraz orgullo a la cultura ajena.

En España hace tiempo que lo típico se ha convertido en typical: los nativos pueden elegir ser como los extranjeros piensan que han de ser o como los extranjeros son. Nuestras raíces son las raíces que en el extranjero se supone que debemos tener. Posiblemente esto sea un efecto secundario del turismo (hemos de ofrecer lo que el visitante pide) o un efecto primario de lo que quiera que sea eso que los hippies llaman la globalización.

No creo que seamos una colonia, sino una provincia remota de Norteamérica.

(Visto en Libro de Notas, no os perdáis el texto entero de Camilo de Ory)

Otro mundo no es posible

Paseando por Etiopica, me he encontrado este interesante artículo escrito por Einstein en 1949. El texto es inmenso y trata varios temas interesantes, por lo que no creo que sea la última vez que lo cite, pero un fragmento ha traído una idea a mi cabeza: el realismo necesario para cambiar el mundo.

Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos –que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos– en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es sólo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.

Quizás tiendo a ser muy crítica con los eslóganes, pero siempre me he opuesto a aquellos que defienden que «otro mundo es posible». A muchos os parecerá un mero formalismo, enredarse en las palabras para perder el contenido, pero las palabras, de hecho, conforman su contenido: Otro mundo posible, nos invita a olvidarnos del que ahora disfrutamos, del realismo necesario para observar sus problemas, para coger el toro por los cuernos. Nos invita a «soñar» partiendo de cero, usando una tabula rasa en la que imaginar un mundo «ideal» (ideado, idealista) y esto, no es posible.

La izquierda de hoy, más nostálgica que nunca, adolece especialmente de este «idealismo» inerte. Sueña con una revolución que no, ya no es posible, o se niega a soñar siquiera y se instala en ese pesimismo intelectual que tan de moda se ha puesto últimamente. Es la izquierda antitodo, la izquierda melancólica (aflijida por algo que nunca ocurrió) o directamente cínica (melancólica y con capacidad laboral) que se niega a avanzar, en parte, porque el otro mundo soñado no existe ni puede existir. Con lo cual la paradoja está servida: al final, la izquierda de hoy resulta ser más inmovilista y conservadora que la propia derecha.