Lobitos buenos

Pues sí, más escaso que el lince ibérico, más raro que una gallina con dientes, existe un especulador con un poquito de ética en España, aunque la idea misma parezca un oxímoron. José Moreno, el «pocero bueno» logra vender pisos a un precio «sólo» alto (menos surrealista que otros en cualquier caso) sin eliminar el jamón ibérico de su dieta, quedándose «sólo» con el 3% de cada piso que vende (sólo «el 3% donde otros se llevaban el 70%»). El resultado es obvio: la gente hace cola para comprar sus viviendas.

En paralelo a esta noticia, leo acerca de las medidas adoptadas por Toyota para afrontar esta crisis (el artículo enlazado no tiene desperdicio, os recomiendo que le echéis un vistazo). La compañía está sufriendo el descenso en las ventas de coches, como cualquier otra, pero, mientras la General Motors ha despedido desde 2006 a más de 34.000 trabajadores (a la espera de otros 5.500 dentro de poco), Toyota ha conseguido no tener que echar a nadie. ¿Cómo? Con un poco de humanidad: empleando a los trabajadores para mejorar sus instalaciones, ofreciéndoles cursos de formación que les permitan adaptarse a la fabricación de posibles nuevos productos, aprovechando este tiempo no productivo para mejorar su empresa… ¿Qué gana Toyota de todo esto? Ahora mismo nada, de hecho pierde dinero, mucho dinero: se calcula que unos 50 millones de dólares, entre el coste de todas estas actividades no rentables, y el dinero perdido por los coches no vendidos. ¿Qué espera Toyota de todo esto? A largo plazo, que cuando acabe la crisis y toque arrancar motores (nunca mejor dicho) sus trabajadores estén más formados que los de la competencia y sobre todo, fidelizados con la compañía, que sean más productivos y se sientan implicados en Toyota.

¿Y todo esto a santo de qué viene? Son ejemplos de conductas correctas (en el primer caso) o ejemplares (en el segundo), conductas posibles si bien no habituales en el marco del capitalismo. Pero en ambos casos, estos cursos de acción dependen en exclusiva de la buena voluntad de quienes los siguen. Nada en la ley obliga a los empresarios a tomar decisiones que beneficien a sus trabajadores, a sus clientes o al conjunto de la sociedad (más bien al contrario, parece que la crisis «justifica» los despidos, como si fuese obligatorio mantener el margen de beneficios). Nada en la ley impide la codicia que nos ha llevado a la crisis actual. Y mi pregunta es: ¿por qué no? Si el ejemplo existe, si la pauta correcta de conducta es observable y funciona, ¿por qué no obligar a todo empresario y a toda compañía a seguirla?, ¿por qué no limitar el margen de beneficio del especulador y las decisiones inhumanas del empresario?, ¿por qué no disciplinar al crío codicioso en lugar de seguir aumentando sus berrinches con inyecciones de dinero público? A fin de cuentas, ¿no debería consistir en ESO la intervención del Estado en economía?

Vergüenza ajena

[El CO2] es una cosa química, y entonces debe ser una cosa contaminante, y además estropea lo que hay arriba del todo, y de alguna forma ayuda a que las cosas no salgan bien.

Respuesta de Francisco Fernández Marugán, diputado del PSOE, a la pregunta «¿qué es el CO2. No sólo él hace el ridículo, otros diputados también dan bastante penita. He recogido este comentario en particular porque me da especial grima ver esa relación de sustancia química-cosa mala, que revela un grado de incultura inaceptable para un señor que nos representa en el Congreso.

«Vergüenza ajena» son las palabras que mejor definen lo que he sentido al ver el vídeo. La política no está reñida con la ciencia; son ustedes, los políticos, los que la dejan de lado.

Actualización (14:36 h): La Royal Society of Chemistry británica ofrece 1 millón de libras esterlinas a quien sea capaz de encontrar un producto libre al 100% de productos químicos. Tal vez al diputado socialista le interese participar…

Los nuevos socialistas

Pareciera, pues, que el «nuevo» socialismo propende a confundir el laicismo con el anticlericalismo, cosa, esta última, mucho más primaria.

Joaquín Leguina, ex presidente de la Comunidad de Madrid ¿socialista?, en referencia a la negativa del grupo socialista a ponerle una placa en el Congreso a Sor Maravillas, la monja integrista y beata que tanto ha hecho por nuestro país y por la democracia.

Cualquier símbolo que pueda ofender a quien pueda circular por él debe ser quitado de en medio.

Mercedes Cabrera, ¿socialista? Temerosa de parecer «anticlerical» e inventándose argumentos surrealistas para no tener que decir que la escuela pública es un espacio LAICO. Véase el alarde de infinita corrección política.

El Estado no debe coartar la libertad económica.

José Luis Rodríguez Zapatero, ¿socialista? Hablando de cómo solucionar la crisis del capitalismo.

Arrojemos al olvido a quienes promovieron la tragedia de la Guerra Civil.

José Luis Rodríguez Zapatero, ¿se escuchará a sí mismo? Pidiendo el perdón para Franco.

Si Pablo Iglesias levantara la cabeza…

Una vida por 150 pesetas

Esta historia ya la había oído contada por mi abuelo, y también por mi madre. Me la ha recordado un artículo publicado el pasado viernes 27 de Noviembre en el Diario de Navarra, y cuyo autor es Sergio Sierra Sangüesa, vicesecretario general de las Juventudes Socialistas de Navarra, y por mi parte, ex-compañero de clase y amigo.

Ocurrió en Ribaforada, un pequeño pueblo de la Ribera navarra donde nació mi madre. Fue ya hace 72 años, pero permanecerá en la memoria de sus habitantes por muchos más.

El día del alzamiento nacional, en 1936, en Ribaforada, al igual que en toda España, se produjeron decenas de detenciones de hombres y no tan hombres del bando republicano, todos ellos destinados a morir fusilados. Sin embargo, no todos corrieron la misma suerte: hubo uno que se salvó porque alguien intercedió por él. Fue el párroco del pueblo quien ordenó que aquel hombre no debía morir porque, casualidades de la vida, le debía al cura 150 pesetas. No lo salvó «la gracia de Dios», sino una deuda terrenal.

Hoy, 72 años después, la Iglesia Católica española insiste en que hay que liberarse de los «lastres del pasado» y olvidar, para no «reabrir viejas heridas». Que se lo digan al protagonista de nuestra historia, quien solía decir que su vida sólo valía 150 pesetas.

España es hemofílica perdida

Si todo marcha bien, en 30 o 40 años cerramos la Transición. Tampoco es plan de andarse ahora con prisas, entiéndame usted, no vaya a ser que la liemos por el camino y acabemos reabriendo viejas heridas. Porque España, ya se habrá dado cuenta, es hemofílica perdida.

(José A. Pérez, autor de Mi Mesa Cojea en su primer artículo para Público)