‘Deo gratias’ de Johannes Ockeghem. El canon en el Renacimiento

Casi todos conoceréis el concepto de «canon» gracias a las canciones del colegio (aquello de «arde Londres, arde Londres…») o, quizás, a partir de la célebre pieza de Pachelbel. Sin embargo, aunque este tipo de canon se acabó imponiendo con el tiempo, en sus orígenes, se trataba de una forma musical mucho más amplia. Canon significa, simplemente, «norma» o «modelo». Generalmente, hacía referencia a un patrón de interpretación que permitía derivar una o más voces de una única línea melódica: una posibilidad era que las voces cantasen la misma melodía empezando con un determinado número de compases de desfase o a distintos intervalos, pero también podía indicarse que debían cantar la melodía simultáneamente a distinta velocidad (canon proporcional), leer el mismo pentagrama empezando desde el final (canon retrógado o del cangrejo), invirtiendo los intervalos o, incluso, girando la partitura. Se trataba por tanto, de ejercicios de virtuosismo, acertijos donde el autor, ante todo, demostraba su ingenio, algo así como inventar el sudoku «más difícil todavía» y encima, resolverlo con estilo.

Cordier_circular_canon

Canon circular de Cordier titulado Con un compás fui compuesto (1400).

Aunque los primeros cánones datan del siglo XIII, esta forma alcanzó especial auge y complejidad alrededor del siglo XV. Destacan, especialmente, los cánones de Ockeghem, compositor flamenco, uno de los más destacados del Renacimiento. No obstante, a pesar de la fascinación que puedan causar este tipo de recursos virtuosísticos (a todos nos fascinan los acertijos, las claves ocultas), no se debe exagerar su importancia. En realidad, en las escasas ocasiones en que el compositor se servía de semejantes triquiñuelas, estas solían quedar ocultas dentro de la composición y en ningún caso debían inhibir en lo más mínimo la capacidad expresiva y comunicativa de la música, ni siquiera ante oyentes sin formación musical. Por lo que a Ockeghem y sus coetáneos se refería, el oyente común no debía sospechar siquiera la existencia del canon perfecto (como sucede con el crimen perfecto), y aún menos detectarlo. A fin de cuentas, la herramienta debía estar al servicio de la música y no viceversa.

Deo gratias es un ejemplo de canon utilizado con fines expresivos. En él, Ockeghem pretende representar los coros celestiales, de acuerdo con su iconografía: se supone que son coros que cantan de forma perpetua1 y unánime2 en alabanza de Dios3, «alter ad alterum»4 (los unos a los otros), rodeando a la Sagrada Familia5, respetando las jerarquías6, y moviendo las alas7. Para ello eligió la forma de canon circular donde cada voz canta la misma melodía2 que vuelve a repetirse indefinidamente1 cada vez que llega al final. La letra, Deo gratias, es una alabanza a Dios3 y las consonantes de «gratias», sirven para emular el frufrú de las alas de los ángeles7. Por último, el canon se compone de cuatro coros distintos que se van alternando4, con 9 voces cada uno (tantas como jerarquías celestiales)6 y situados en un círculo5. Esto nos da un canon con una friolera de 36 voces, un puzzle imposible de encajar, de no ser por su sencillísima estructura armónica. De hecho, más que una composición propiamente dicha (con cierta forma, cierto clímax, cierta narración propia), se trata de una propuesta de sonoridad: ni siquiera tiene final, o un hilo conductor claro, funciona más bien como una textura.

Por último, quisiera atraer vuestra atención sobre ciertos sonidos que aparecen mágicamente entre las voces sin que nadie los esté «cantando» (son especialmente apreciables a partir de 4’30»). Se trata de resonancias muy potenciadas debido a la densidad sonora y los sonidos armónicos, perfectamente afinados, pero cualquiera diría que hay ahí un instrumento de viento o algo parecido.

9 comentarios sobre “‘Deo gratias’ de Johannes Ockeghem. El canon en el Renacimiento

  1. No quería ponerlo en el artículo, porque no entiendo muy bien cómo puede funcionar algo así, pero como es curioso, lo escribo en un comentario: según mi profesor de historia del arte, esas «resonancias» se producían en las gargantas de los cantantes… no sé si será cierto o posible, pero, desde luego, hay sonidos que no se sabe de dónde vienen…

  2. Sip, es una caja de sonido, más que música… si los ángeles cantasen perpetuamente, tendría que sonar algo así, circular, homogéneo, no lineal (si no, si llegas a mitad de la pieza no te enteras de nada). Josquin des Prez tiene uno parecido (Qui habitat), por si te interesa, aunque es probable que también hable de él por aquí.

  3. La leche. No se como no conocía yo este blog, se me ha escapado hasta hoy, pero con este post pasa a mi lector de feeds de cabeza.

    Sobre el tema, la música retorcida es algo que me apasiona, no conocía este canon. Estaría estupendo hacerse con una partitura, o incluso mejor, un facsimil de la original, que tiene que ser para sentarse con un café y meditarla. O incluso mejor, cantarla.

  4. Qué pasada de obra! Sabía que existía, pero no la había oído. Lástima que mis coros sean pequeñitos, el hecho de que sea a 36 voces es claramente un elemento limitante :D

    @Almudena, no sé muy bien a qué se podría referir tu profesor. Evidentemente las gargantas de los cantores son las primeras cajas de resonancia a la hora de emitir sonido, pero la resonancia a la que haces referencia al final de la obra está claro que está relacionada con la acústica de la iglesia donde están cantando.

    Quizá se refería a los armónicos, que sí se producen en la garganta de los cantores. Como la armonía apenas varía, hay armónicos que están sonando de forma constante y con bastante volumen. Si a eso le añades la resonancia debida a la acústica de la iglesia, el resultado impresiona bastante :)

  5. Muy buen artículo. Quería preguntar a la amable autora de dónde sacó las citas que aparecen con números que parecen indicar notas a pie de página. Curioso que es uno.

    Gratias.

  6. No, no son citas. Veo que no se ha entendido. Cada «problema iconográfico» tiene una solución. Los relaciono con los números. Por ejemplo: el problema 1 es que los coros celestiales cantan perpetuamente. Eso se corresponde con un canon circular (cuando acaba la partitura, vuelven a cantar desde el principio). El problema 2, consiste en que todos los ángeles cantan de forma unánime. Por eso todas las voces cantan la misma melodía. Etcétera. Siento la confusión, lo ideal habría sido haber elaborado un cuadro de texto o algo así.
    @Suso: Por cierto, gracias por la aclaración. Probablemente el profesor nos explicó lo de las resonancias en las gargantas de los cantantes y yo lo asocié a las resonancias más evidentes que se escuchan en la grabación. Pero, como dices, tiene más sentido que esos sonidos tan potentes se produzcan debido al espacio en el que se encuentran los cantantes, por eso no quise añadir la anécdota en el artículo.

Comentarios cerrados.