La cultura, el arte y su precio (II)

Pintura, escultura y arquitectura. El modelo

El caso es que, como decía, derecho o no, financiable o no, todo ello me parecen cuestiones más bien secundarias respecto a la cultura. Y me explico: la difusión gratuita de la cultura, beneficia también a la industria cultural, y en el peor de los casos, no la perjudica. Esto sucede así en todas las ramas del arte destacando la pintura y con una excepción muy notable en la música. Pero trataré de ir desarrollando el fenómeno caso por caso, pues cada campo artístico impone unas condiciones propias para su reproducción mecánica y su distribución, que repercutirá en distintas de consumo y financiación.

Empecemos por el caso de la pintura. Odin mencionaba los museos públicos de acceso gratuito (según el día). Se entiende que este “día gratis” funciona precisamente como un medio más de promoción del museo, que obtendrá ganancias durante el resto de la semana. Pero la difusión gratuita de esta “cultura” no se limita a los domingos por la tarde en el Prado. Internet, postales, camisetas, pósteres… la reproducción mecánica de la imagen de un cuadro no hace sino aumentar la popularidad del mismo, el número de visitantes y las ganancias de su museo, las ventas en la tienda de recuerdos, incluso el precio de la obra…

Lo mismo se podría decir de la escultura, con la salvedad de que es más difícil y más caro, a la par que hortera, llevarse una reproducción en miniatura del Beso de Rodin a casa. Con la arquitectura pasa algo parecido: las copias (fotografías) del original no hacen sino aumentar el valor del original. Y es que ese “original” es especial, su valor radica en su supuesta unicidad, pese a sus miles y miles de “clones”, él es el primero, el auténtico, tiene un carácter simbólico que hace que merezca la pena ir a visitarlo, en el museo que sea, en la ciudad que sea.

(Dos escenas de La ciudad de los niños perdidos, de Jean-Pierre Jeunet)

Nostalgia

Llevo dos años fuera de Madrid. No se puede decir que lo extrañe. Tampoco me molesta volver a sus costas. Llevo dos años fuera de Madrid para darme cuenta de que soy más de Madrid que nunca. Lo llevo en el acento, en la sangre, o un grano enquistado en el culo si se prefiere. Eso da lo mismo. El caso es que Madrid está más cerca mío, cuanto más kilómetros nos separan, como toda buena familia.

Hoy mis dos alumnas, de 16 años, me preguntaban cómo era vivir fuera. La respuesta no fue negativa. Para nada, se vive mucho mejor fuera. Pero me salió la tontería romanticona al nombrar a Malasaña, el Rastro, la filmoteca… les conté que el mejor recuerdo de mi «adolescencia», seguía en la Plaza del Dos de Mayo: bajaba con unos amigos por la Calle Belarde. Todo estaba atestado de gente. Las estatuas de la plaza sostenían sus ya habituales botellas de cerveza. Y en el centro, entre el barullo, las guitarras y los timbales… un gaitero tocando en pie el himno de la Internacional. «Arriba parias de la tierra…»

No soy comunista. Antes me jactaba de decir que era más de izquierdas que los comunistas. Ahora ya ni eso. Sólo afirmo rotundamente que «esto», el sistema en el que rodamos ahora, no funciona. Los síntomas de sus defectos nos hacen malvivir cada día. A otros muchos los hace malmorir. Pero ése no es el tema. No soy comunista, pero Madrid, el Madrid que recuerdo, el Madrid que llevo en el quiste del culo, era, entre otras cosas, un punto de encuentro para aquellos que tampoco estaban de acuerdo con seguir rodando. Y sin embargo ahora temo que ese Madrid se esté marchitando.

Hace unos años, con la excusa de la Ley Antibotellón, nos cerraron Malasaña, la llenaron de policía. Nos echaron de sus calles. En el 2004 empezaron incluso a prohibir las fiestas del Dos de Mayo. Hoy leo entristecida, defraudada, nostálgica que las Fiestas del PCE no se celebrarán este año. Dicen que en primavera del 2009… ¡a saber! Y no es la fiesta lo que importa, no es beber en la calle, no es salir cada fin de semana. Es quedarse sin símbolos, sin espacios, sin lugares de encuentro. No hay forma más efectiva de minar a un colectivo, que quitarle esos puntos de encuentro. Y sin embargo, esta vez, es el propio PCE el que nos los roba.

La cultura, el arte y su precio (I)

Contestando a un comentario de Odín en un post anterior, hice crecer un gran ladrillo bajo mis dedos acerca de la cultura, el arte y su sustento económico. Os lo dejo fragmentado en pequeñas dosis mucho más digeribles, a la par que amenas e interesantes.

¿Es la cultura un derecho?

Desde mi punto de vista, que la cultura sea un derecho o no, o que deba además ser subvencionada por el estado, se trata en realidad de una cuestión secundaria. Como usuarios de Internet y las redes P2P (sí, señores de la SGAE yo me bajo música con copyright de la mula) nos interesa pensar que sí, que la cultura es un derecho, que no tenemos por qué pagar 20€ por un disco, incluso podríamos llegar a sugerir que las instituciones públicas deberían acarrear con parte de estos costes… pero desde mi punto de vista, esta postura es muy parcial y más bien difícil de defender.

Porque veamos… ¿Cultura subvencionada con base en qué?, ¿en qué beneficia al “bien común” que la música, el cine etc. etc. sean gratuitos para todo el mundo? Por ejemplo, en el caso de los estudiantes y profesores de Historia del Arte o de Bellas Artes, está claro que a la sociedad le interesa que tengan un acceso fácil a ese «Arte», pues esto proporcionará a esa sociedad mejores profesionales en el futuro. Por ello estos universitarios ya cuentan con carnés especiales que les permiten acceder a todos los museos (incluso a algunos privados como el Thyssen) a cualquier hora (el Prado por ejemplo sólo es gratis para el público en general de 18:00 a 20:00). Pero aparte de ellos… ¿Qué beneficio aporta a la sociedad que cualquiera tenga acceso a esa cultura? ¿Por qué deberíamos pagar todos para mantener la “curiosidad” o el “hobby” de unos pocos? ¿Por qué financiar filmotecas virtuales y no… cursos de Capoeira?

En cuanto a tratar la cultura como si se tratara de un derecho, esto es, una necesidad, algo vital e inherente al hombre… Tampoco lo veo muy claro. Como bien dice Odín, actualmente es gestionada como un lujo. Y en el peor de los casos, no deja de ser una opción de ocio como otra cualquiera, esto es, un entretenimiento, un capricho. Al margen de que yo comparta o no esa visión, pienso que antes que la “cultura”, existen otras necesidades, otros derechos humanos que merecerían con mayor motivo la subvención del Estado, véase: una alimentación básica para todo el mundo, vivienda digna, sanidad dental etc. etc. etc. No es que piense que mientras existan estos problemas no se pueden ir solucionando otros (Iñaki ya mencionaba esta falacia en su post), pero cuando se trata de una cuestión de presupuestos y ésta lo es (a fin de cuentas se trata de qué se debe financiar con unos fondos públicos limitados), se hace necesario establecer una serie de prioridades. No en vano, en la pirámide de Maslow, este tipo de inquietudes “culturales” se situarían por detrás de las necesidades fisiológicas y de seguridad del individuo, y sólo en tanto que están relacionadas con su necesidad de pertenencia a un grupo, de hacer amigos vaya. A fin de cuentas ¿no es esa una de las funciones principales del arte, de “la cultura”?

Test DNS

Empieza a ocurrir lo que nos temíamos: ya han publicado varios exploits para la vulnerabilidad DNS. Como dicen en Kriptópolis, «el genio está fuera de la botella», y muchos servidores siguen sin estar parcheados.

También tenemos nuevas herramientas para comprobar si un servidor es seguro o no, aparte de la herramienta del blog de Kaminsky, que ya citamos. Y, sobre todo, insito en utilizar OpenDNS cuanto antes (recuerda los pasos para configurar tu ordenador).

Para utilizar las nuevas herramientas de comprobación, podéis encontrar un listado de DNS de los diferentes ISP españoles en la siguiente dirección: http://bandaancha.eu/analizador-dns. Y basta con seguir los pasos que se detallan a continuación.

Nota: Los ejemplos están puestos para comprobar el DNS de Ya.com, cuya IP es 62.151.2.65. Para comprobar otro servidor, basta con cambiar esta IP por la correspondiente.

En Windows

Vamos a Inicio > Ejecutar, tecleamos cmd y pulsamos Enter. En la consola, introducimos el siguiente comando:

[code lang=»plain»]nslookup -type=txt -timeout=30 porttest.dns-oarc.net 62.151.2.65[/code]

La salida obtenida será parecida a la siguiente:

[code lang=»plain»]z.y.x.w.v.u.t.s.r.q.p.o.n.m.l.k.j.i.h.g.f.e.d.c.b.a.pt.dns-oarc.net.
"62.151.2.8 is POOR: 26 queries in 4.4 seconds from 1 ports with std dev 0.00"[/code]

Hago notar el «POOR». Si nuestro servidor es seguro, la salida será parecida a la siguiente (para el caso de OpenDNS):

[code lang=»plain»]z.y.x.w.v.u.t.s.r.q.p.o.n.m.l.k.j.i.h.g.f.e.d.c.b.a.pt.dns-oarc.net.
"208.69.34.10 is GOOD: 26 queries in 4.1 seconds from 26 ports with std dev 18417.55"[/code]

En Linux

Es necesario tener instalado previamente el paquete bind-utils de nuestra distro. Una vez instalado, abrimos una consola y tecleamos lo siguiente:

[code lang=»plain»]dig +short @62.151.2.65 porttest.dns-oarc.net txt[/code]
La salida será análoga a lo comentado en el apartado de Windows.