Las fotos de Malaspina

Almudena ha hecho en su blog una selección de fotografías de su aventura en la Expedición Malaspina. No os la perdáis:

Hay más fotos en su galería de Flickr.

#CientíficosMendigando: El talento de Malaspina

(Esta entrada se publica simultáneamente en Sonicando, a raíz de esta iniciativa)

Cada día, antes de las 5 de la madrugada, comenzaban las primeras maniobras: se daban todo tipo de redes, varias rosetas a distintas profundidades, botellones y lo que tocase en función del tipo de estación en que nos encontrásemos. Estos trabajos en cubierta solían abarcar toda la mañana. Por las tardes, el Hespérides reanudaba su marcha y la intensa actividad se trasladaba a los laboratorios. Allí se archivaban, procesaban y catalogaban todas las muestras y los datos recogidos por la mañana. Sin parar hasta las 20:30, cuando debían asistir a la reunión: en la sala de científicos y bajo la dirección del jefe científico, se comentaban las incidencias del día, se programaban los trabajos del día siguiente y, ocasionalmente, algún compañero daba una pequeña charla sobre el trabajo que estaba realizando a bordo. La reunión solía terminar una hora más tarde. A esa hora, incluso, algunos aún volvían a los laboratorios hasta más allá de las 12. Desconozco cuando dormían.

No digo, claro, que toda esta actividad fuese llevada a cabo simultáneamente por todos los científicos todos los días. Aunque, después de un mes observando su trabajo, llegué a admirar sinceramente la dedicación de estos científicos, sólo Superman y, quizás, Chuck Norris habrían sido capaces de sobrellevar, durante todo un mes, semejante rutina. No obstante, la cantidad de trabajo era, sin duda, desmedida, por lo que, hacia la mitad de la primera etapa de esta Expedición, cada grupo empezó a echar cuentas sobre las horas que duraba su jornada, de cara a corregir los posibles excesos de los protocolos y rutinas establecidas. El resultado no sorprendió a muchos: la mayoría de ellos dedicaba a su trabajo alrededor de 14 horas al día (algunos más). Sin fines de semana, ni festivos. En el Hespérides se trabajó hasta el único día del año en que cierran los periódicos: hasta el 1 de enero.

Quizás este inicio del relato pueda sonar más reivindicativo de lo que en realidad pretende ser. Semejante ritmo de trabajo podía resultar razonable dadas las circunstancias, ya que una expedición de este tipo implica la movilización de unos recursos que hay que aprovechar al máximo, aun a costa de ciertos sacrificios. A fin de cuentas, los propios investigadores son los más interesados y los que mejor valoran la información que obtienen en una campaña así.

Sin embargo, si este esfuerzo se veía recompensado por los logros obtenidos, personalmente me sorprendió que no se correspondiese, también, con cierto reconocimiento económico. A fin de cuentas, los científicos también comen y cagan, no sólo viven de “satisfacciones espirituales”, por increíble que parezca. Resulta difícil hacer generalizaciones, porque los investigadores, doctorandos y técnicos participantes en la expedición procedían de universidades e instituiciones españolas muy distintas, se encontraban en momentos de su formación diferentes y trabajaban bajo condiciones también variopintas. Pero las historias de terror que me contaban en sus ratos libres me dejaban helada.

Algunos doctorandos no estaban cobrando nada en absoluto por su trabajo. Otros, estaban terminando su tesis con el dinero del paro. Por lo que sé, ninguno estaba cobrando un duro más por pasar la Navidad en un buque lejos de su casa haciendo horas extra por los cuatro costados (si bien algunos afortunados percibían dietas, moderadas eso sí, por el viaje). Los doctorandos de Barcelona se hallaban en una situación especialmente precaria: me contaron que las tasas de su matrícula habían aumentado casi un 400 % en el último año. Tras negarse a pagar semejante atraco injustificado, se encontraban en vilo: a la espera de que sus protestas diesen su fruto y, entre tanto, “indocumentados”. Por otra parte, tampoco los doctores se hallaban en condiciones mucho más envidiables. Postdocs haciendo el trabajo de técnicos, investigadores recordando con nostalgia aquel país extranjero donde les ofrecían un sueldo que duplicaba el que tienen aquí…

La verdad es que me sorprendió. Pero sobre todo, me dio rabia. Tenía ante mí algunas de las personas con más formación de nuestro país, con una preparación y una capacidad sobradamente demostradas. Para llegar hasta donde estaban, cada uno de ellos había pasado por montones de tribunales, exámenes y pruebas. Todos habían demostrado la iniciativa necesaria para echar mil solicitudes y conseguir las condiciones que les permitieran seguir investigando. Todos habían viajado y pasado varios años en el extranjero (algunos eran verdaderos Willy Fog), por lo que la mayoría eran bilingües, aunque alguno hablaba hasta 6 idiomas. Todos tenían la constancia suficiente para seguir formándose perpetuamente.

Para llegar hasta donde estaban… En muchos casos, un trabajo incierto, precario y mal remunerado. Y luego alguien se sorprende de que los “cerebros” se fuguen. Por algo los llaman “cerebros”.

Firefox 4 suprime el botón RSS

Estoy usando Firefox 4 desde que sacaron la versión RC (Release Candidate), y la verdad es que han hecho un gran trabajo. Un largo trabajo, por otra parte, pero el resultado, en general, lo vale. No entro en valoraciones objetivas de rendimiento porque no he hecho pruebas, pero la experiencia del usuario (que es lo que cuenta al final) es muy buena.

No obstante, no estoy de acuerdo con todos los cambios que se han realizado. El que más me ha molestado es la supresión del botón RSS de la barra de direcciones. Era realmente útil. Tanto es así que yo diseñé algunos aspectos de Enchufa2 teniéndolo en cuenta. No veréis, por ejemplo, enlace RSS en los comentarios de las entradas ni en las categorías del blog, porque yo contaba con ese botoncito de Firefox 3 donde se muestran cómodamente todos los canales de suscripción posibles de la página actual. Ahora, con Firefox 4, la gente de Mozilla ha desplazado esta funcionalidad al menú de marcadores (oculto por defecto).

Al parecer, la razón de dicha desaparición es que el porcentaje de usuarios de Firefox que lo usa es realmente bajo (del 7 %, según puede verse en esta estadística). Si esa es la razón real, cabría preguntarse por qué han hecho desaparecer también el botón Home si lo usa un 37 % de los usuarios. También cabe argumentar que hay cosas que hay que incluir en la interfaz por defecto por poco que se usen, como por ejemplo el botón de identificación del sitio (al principio de la barra de direcciones) —o como, en mi opinión, el botón RSS—.

Algunos se quejan de que el problema está en la interfaz: el usuario medio no identifica ese icono naranja con RSS y mucho menos sabe explicar qué carajo es eso de RSS; adicionalmente, los usuarios son reacios a hacer click en aquello que no conocen (lo primero bien, pero esto último es difícilmente defendible ante la cantidad de virus que se propagan por ejecutables en ficheros adjuntos de emails…).

Mi queja es mucho más simple: no me parece significativo el porcentaje de usuarios que utiliza el botón. Me parece una estadística mucho más justa el porcentaje de usuarios que utiliza el botón RSS de todos los usuarios que utilizan las suscripciones RSS. Lo que mide Mozilla me parece normal que sea bajo. Lo que propongo yo… habría que verlo.

En cualquier caso, siempre podremos seguir disfrutando del botón con una extensión (vista en 11 extensiones esenciales para Firefox 4).

Emasagra y su vergonzosa política de gestión de datos

Acabo de recibir la última factura de Emasagra, la empresa que lleva el agua aquí en Granada, y, con ella, una carta en la que se expone lo siguiente. Cito textualmente (negritas mías) —agarraos los machos…—:

Apreciado cliente:

Algunas empresas del Grupo Agbar, desean poder ofrecerle una gama de productos y servicios que resulte de su interés, relacionados con el sector de los seguros y el mantenimiento de instalaciones del hogar.

Para que estas empresas del Grupo Agbar puedan comunicarle y ofrecerle sus promociones […] solicitamos su consentimiento para ceder los datos (que sobre Usted obren en cada momento en nuestros ficheros de clientes) identificativos y de contacto, de idioma y los relativos a la gestión del contrato de suministro de agua (incluidos datos de consumo) a las siguientes empresas del Grupo Agbar […]

En el supuesto de que Usted no desee que procedamos a esta cesión de datos, podrá comunicárnoslo llamando al teléfono gratuito […]

Si, transcurridos 30 días desde la recepción de esta carta, no nos manifiesta su oposición a esta cesión de sus datos por los medios indicados en el párrafo anterior, entenderemos que nos otorga su consentimiento para llevarla a cabo en favor de las empresas enunciadas anteriormente y para los fines asimismo descritos en la presente carta.

En cualquier caso, Usted podrá ejercer posteriormente, en los términos que prevé la legislación aplicable, los derechos de oposición, acceso, rectificación y cancelación frente a la cesionaria correspondiente. Para ello, su solicitud escrita y firmada, acreditando su identidad, deberá dirigirse a la siguiente dirección […]

Sin otro particular, le saluda atentamente,

Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento de Granada S.A.

N.B.: Si Ud. estuviera inscrito -antes del envío de alguna de las promociones citadas- por cualquiera de las cesionarias en la «Lista Robinson» de FECEMD (https://www.listaronbinson.es/default.asp), sus datos no serán utilizados para tal envío.

Por si no ha quedado claro, lo traduzco libremente a un lenguaje más de andar por casa:

Apreciado pardillo:

Vamos a proceder a penetrarle analmente y usted ni siquiera se va a dar cuenta, porque entendemos que es estúpido y además le gusta. En el supuesto de que Usted se de cuenta y no le agrade nuestra actuación, deberá preocuparse de comunicárnoslo antes de 30 días.

No obstante, una vez en cuclillas, mirando a Cuenca y con la bandera de Japón por trasero, siempre puede ejercer su derecho a solicitar que cese la invasión rectal mediante una carta debidamente firmada y acreditada.

Sin otro particular, le saluda atentamente,

Emasagra

No sé cómo lo veis vosotros, pero a mí esto no me parece una «solicitud de consentimiento» precisamente. Tampoco sé si esto es legal (¿algún abogado en la sala?); lo que sí tengo claro es que no es lícito ni mucho menos.