Muchos críticos de hoy han pasado de la premisa de que una obra maestra puede ser impopular, a la premisa de que si no es impopular no puede ser una obra maestra.
(Gilbert Keith Chesterton, escritor británico de comienzos del siglo XX)
Citas imperdibles.
Muchos críticos de hoy han pasado de la premisa de que una obra maestra puede ser impopular, a la premisa de que si no es impopular no puede ser una obra maestra.
(Gilbert Keith Chesterton, escritor británico de comienzos del siglo XX)
Nada graba un recuerdo tan intensamente en la memoria, como el deseo de olvidarlo.
(Michel Eyquem de Montaigne, filósofo, escritor y político francés del Renacimiento)
Lo que yo no entiendo es la propia idea del Infierno… administrado, para beneficio del Altísimo, por su presunto peor enemigo.
Lucifer es un tipo que se harta de tanto incienso y lira, y se rebela contra el número uno (y en ciertas versiones de la historia, contra los otros dos). Pero pierde, y lo destierran a la Tierra. Entonces se monta un chiringuito subterráneo en el que se dedica a putear ¡a sus propios partidarios!
(Freman, en un comentario en el Otto Neurath)
El secreto de la creatividad consiste en saber ocultar tus fuentes.
(Albert Einstein, físico alemán)
No deja de repetirse que la sagrada Escritura es la palabra de Dios, que ella nos enseña la verdadera beatitud y la vía de la salvación, pero en el fondo estamos muy alejados de pensar seriamente de este modo, y no hay nada en lo que piense menos el vulgo que en conformar su vida según las enseñanzas de la sagrada Escritura. Aquello que se nos presenta como la palabra de Dios son la mayoría de las veces absurdas quimeras, y bajo el falso pretexto del celo religioso, no se pretende sino imponer a los demás los propios sentimientos. Sí, lo repito, el gran propósito de los teólogos ha sido desde siempre extraer de los libros sagrados la confirmación de sus ensoñaciones y sus sistemas, a fin de envolverlos en la autoridad de Dios. En su interpretación del pensamiento de la Escritura, es decir, del Espíritu Santo, nada hay que les incite el menor escrúpulo o que pueda detener su temeridad. Si algo temen, no es atribuir algún error al Espíritu Santo ni apartarse de la vía de la salvación, sino únicamente que sus rivales les convenzan de su error, viendo así debilitada y despreciada la autoridad de sus palabras…
(Baruch Spinoza, filósofo holandés en su Tratado teológico-político, 1670)