Nueva campaña de los obispos contra el aborto

Los obispos españoles, esos que tacharon la campaña del bus ateo de «agresiva» y «ofensiva», ahora, en cambio, se creen en su perfecto derecho de insultar la inteligencia de los ciudadanos con una campaña en vallas publicitarias desde hoy hasta fin de marzo en 37 ciudades españolas en contra de la reforma de la ley del aborto. Este es el vergonzoso cartelito de marras:

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¿Soy yo, o están llamando genocida al gobierno?

Represión lingüística

Lo que sucede aquí en Navarra no pasa en ninguna parte: ni en Cataluña, ni en el País Vasco y ni siquiera en Galicia, donde gobierna desde siempre el PP (salvo la pasada legislatura). Es algo singular e ilógico. Seguro que si nos contaran algo así de una región remota, no nos lo creeríamos. Los que lo vivimos día a día, estamos casi hasta acostumbrados, pero me da la sensación que desde fuera no se entiende muy bien, o no se ve en toda su magnitud.

El pasado fin de semana estuvimos Almudena y yo echando unas cañas y, cuando nos despedíamos de amigos y conocidos, a Almudena se le ocurrió decir «agur», a lo que un impresentable que por allí pastaba espetó: «A mí tú no me dices «agur», a mí me dices «adiós»». Ella se volvió, pero yo me la llevé del brazo porque lo conozco, a él y a los de su calaña, y sé que no merece la pena ni intentar cruzar dos palabras. Para qué. ¿Que berrea? Pos fueno, pos fale, dos problemas tiene: enfadarse y desenfadarse.

A ella le hacía gracia que hubiera un imbécil así. Ya. A mí también me haría gracia si sólo fuera un imbécil. Pero es que no es uno: son miles. Y unos cuantos de esos, resulta que llegan al poder y te gobiernan. Y en lugar de escuchar a un imbécil por la calle, empiezas a ver «detallitos» a diario que ya no hacen ni puta gracia: que si quítame unos carteles de por aquí, que si deja de meter dinero por allá, que si ahora prohibimos que un señor carbonero salga a la calle…

Lo último lo podéis leer en Diario de Noticias y también lo recoge El Pez:

El Ayuntamiento censura a ‘Gara’ y ‘Berria’ en las ocho bibliotecas públicas
Los bibliotecarios han elaborado un manifiesto de apoyo a la libertad, que están divulgando a nivel nacional.

De igual manera que sucedió en Barañáin a principios de febrero, esta vez en Pamplona el gobierno de UPN ha censurado la compra de los diarios Gara y Berria en las bibliotecas públicas. La concejala de Cultura, Paz Prieto, ordenó el pasado viernes mediante un comunicado escrito la suspensión de la compra en todas las bibliotecas públicas de la ciudad de los diarios Gara y Berria , así como otros regionales de otras comunidades autónomas, a partir de el lunes día 2. El comunicado de la concejalía explica que el recorte «responde a un el fin de homogeneizar criterios en todas las bibliotecas municipales en relación a la adquisición de prensa diaria. Las compras se concretarán en los dos diarios locales y regionales, Diario de Noticias y Diario de Navarra y, de ámbito nacional, El País y El Mundo».

Los trabajadores de los ocho centros afectados (San Francisco, Milagrosa, Etxabakoitz, San Pedro, San Jorge, Yamaguchi, Iturrama y Chantrea) han acatado esta orden a pesar de no estar ninguno de acuerdo con la medida. Los bibliotecarios se reunieron el jueves con la Asociación Navarra de Bibliotecarios (Asnabi) y redactaron una carta de protesta en la que definen esta actuación como «un acto de nepotismo que con su exclusivo criterio, impone que el resto no tenga cabida; una injerencia profesional que obvia el criterio de los bibliotecarios y usuarios; y una censura en toda regla ya no sólo por exclusión sino por reducción de la oferta y de las ideas. No impongan su criterio porque a quien le cierran la puerta es a la libertad y al conocimiento».

Esta carta se suma al manifiesto Por una biblioteca pública para todos, cuando todos somos todos que elaboraron después de la censura en Barañáin. El manifiesto ha sido enviado a la prensa nacional, así como a diversos colectivos culturales con el fin de que se conozca la situación y de que, a modo particular, cada uno muestre su apoyo a la causa mediante el envío de un correo electrónico con el nombre, apellidos, DNI y profesión a: bibliyam@cfnavarra.es. «La gente debería de involucrarse porque estamos ante un caso claro de censura ideológica y política, la biblioteca no es el Ayuntamiento, es un lugar para todos», afirmó Iñaki Suso, secretario de Asnabi.

Desde el colectivo de bibliotecarios denuncian que se han ignorado las 167 firmas de profesionales que se entregaron en el registro del Departamento de Cultura, en contra de la actuación en Barañáin y han declinado la opción de recurrir esta decisión de la concejalía de Cultura al Servicio de Bibliotecas por considerarlo «inútil», ya que en la anterior ocasión dio la razón al concejal de Barañáin alegando que los contenidos que haya en la biblioteca «son de competencia municipal, porque es el Ayuntamiento quien los costea».

Los bibliotecarios estamos alarmados. Los ciudadanos, por supuesto, también lo estamos. La alarma ha saltado cuando de la biblioteca pública han desaparecido dos de los periódicos que acostumbraban a compartir espacio con el resto. El motivo de su desaparición ha sido que un ciudadano (en su calidad de concejal), al que esos periódicos no le acababan de gustar, lo ha decidido así. También que otro ciudadano (en su calidad de Jefe del Servicio de Bibliotecas), por motivos desconocidos, lo ha decidido así. (…) Las bibliotecas públicas están hechas de un tejido inusual, un tejido no comercializable, no ideológico, un tejido que se expande, un tejido no censor. Ahí radica su grandeza, en su permeabilidad y su infinita capacidad. (…). La biblioteca pública es uno de los enclaves básicos de la cultura. Y la cultura, la civilización, no es sino esto: que se crucen y saluden en la entrada de la biblioteca el que porta un disco de Salieri y el que va en busca de otro de Mozart. La cultura es que todo, todas, todos, tengamos cabida en la biblioteca pública. (…). Si un libro, una revista, un periódico o un papel no es bienvenido en las bibliotecas públicas, significará que un lector (o muchos) no son bienvenidos en la biblioteca. (…). Es como si ponemos entre comillas (y no subrayado, como debiera) el «pública» de la biblioteca pública. Los que suscribimos este manifiesto sentimos que haya llegado este triste momento en que este manifiesto se ha tenido que idear, y firmar.

Control 2.0

«Cada día que amanece, el número de tontos crece», suele decir Álvaro en su blog, tanto que se ha convertido en seña de identidad del mismo (te invito a que pongas la frase como subtítulo del blog). Y tiene razón. ¿La causa? Sin duda Forges la clava en su viñeta: la abundancia de padres tontolhabas.

Hoy en día existe un déficit educacional importante, sobre todo en áreas relacionadas con las nuevas tecnologías, producto de la ignorancia generalizada y la falta de madurez social en estos ámbitos. Esto, aparentemente, tiene una fácil solución: si una persona tiene déficit de hierro, por ejemplo, el médico le receta hierro y santas pascuas. Parece de sentido común que un déficit de algo se compensa con más de ese algo. Pero no debe ser tan de sentido común, porque no se está haciendo. Así, podemos ver últimamente que la solución que se propone desde las instituciones, lo que proponen los medios de comunicación y la gente intelectualoide con barba y gafas de pasta que discute sobre estos temas, es un mayor control, y esto, a mi modo de ver, es muy peligroso. ¿Que a mi coche le falta la rueda de repuesto? Pues no paso de 50 km/h y solucionado.

Eso sí: control dospuntocero. Hoy en día no hace falta encerrar a los niños en un cuarto sin que salgan. Para qué, si existen estupendas cárceles inalámbricas que permiten saber en todo momento dónde estás y qué haces, y que te limitan lo que puedes y no puedes ver o hacer. La prensa recoge excelentes ejemplos: se proponen filtros para Internet, control mediante grupos especializados en la protección del menor (vete a saber tú…) e incluso programas que alertan a los padres vía SMS sobre los contenidos a los que acceden sus hijos (atentos a este último enlace, que no tiene desperdicio).

Pero la noticia que me ha hecho saltar de la silla a la hora de comer y me ha impulsado a escribir este artículo ha sido la siguiente: Imaginarium lanza un móvil para niños de seis años. La primera pregunta es obvia: ¿para qué cojones quiere un móvil un niño de seis años?, ¿y si me apuras, de 10, 12 ó 14 años? La tienda de juguetes responde: el móvil está «pensado exclusivamente para ayudar a los padres a educar a sus hijos en el correcto uso de este sistema de comunicación». Mentira cochina. ¿Así los queréis educar? ¿Pegándolos a un móvil ya con seis años? Y añaden, en la nota de prensa, que «el producto está pensado para que los niños se familiaricen pronto con los móviles» —no: se van a familiarizar con un aparato de siete botones que sólo les permite llamar a papá y mamá— «y para que los padres estén más tranquilos». ¡Ajá! Eso último ya es otra cosa. Ahí les doy la razón: es un producto para los padres única y exclusivamente. Control, para que el tontolhabismo crezca sin impedimentos.

Y digo yo que, puestos a hacer el tontolhaba, hagámoslo bien. Se me ocurre que podríamos ponerles a los niños una pulserita muy mona desde que nacen que albergue un transmisor de radio. Mediante un Sistema Automatizado de Telemetría por Radio (¡anda!, ¡si ya están experimentando con monos!) conoceríamos en todo momento la posición, altitud, orientación y velocidad de los pequeños. Las posibilidades son ilimitadas. Añadámosle un conector para el ordenador (o Bluetooth, que queda más cool) de forma que podamos programar la pulsera. Un software con Google Maps nos permitiría seleccionar un área de nuestra ciudad de la que no queremos que salga el niño. E incluso un itinerario: ¿se va al cole?, pues marcamos el camino. Y si se desvía, rápidamente llega un mensaje a nuestro móvil, avisándonos, y otro a la policía, por qué no, y una pequeña batería le aplica 10.000 voltios en fila india al chaval. Seguro que, con lo que avanza la tecnología, enseguida crean un chip implantable en el cerebro.

Lo que quiero decir es que estas cárceles inalámbricas no crearán más que una nueva horda de analfabetos tecnológicos sobreprotegidos que el día de mañana volverán a aplicar los mismos métodos para perpetuar su especie. ¿Es eso lo que queremos? Entonces no es el camino correcto. El conocimiento y, sobre todo, los métodos para conseguir conocimiento por uno mismo son las herramientas que forman personas libres, responsables y autónomas, capaces de defenderse por sí mismas. Educación, en resumidas cuentas.