Cerveceros por adaptación

La búsqueda de agua potable se remonta a los orígenes de la civilización. Tan pronto como se formaron los primeros asentamientos humanos, enfermedades de transmisión hídrica como la disentería se convirtieron en un importante obstáculo para la población. Durante gran parte de la historia de la humanidad, la solución a este problema crónico de salud pública no consistió en potabilizar el agua. La solución fue beber alcohol. […] Cualesquiera que fuera los riesgos que planteara para la salud la cerveza (y más tarde el vino) en los primeros días de asentamientos agrícolas, las propiedades antibacterianas del alcohol servían para contrarrestarlos. Era mejor morir de cirrosis del hígado a los cuarenta años que de disentería a los veinte. Muchos historiadores de inspiración genetista opinan que la confluencia de la vida urbana y del descubrimiento del alcohol generó una presión de selección masiva en los genes de todos los humanos que abandonaron el modelo de vida cazador-recolector. Al fin y al cabo, es bien sabido que el alcohol es un veneno mortal y adictivo. Para digerir grandes cantidades de esta sustancia, es necesario que el organismo sea capaz de incrementar la producción de unas enzimas llamadas alcohol dehidrogenasas, rasgo regulado por un conjunto de genes situados en el cromosoma cuatro del ADN humano. Muchos de los primeros agricultores carecían de ese rasgo, por lo que eran genéticamente incapaces de “retener su alcohol”. En consecuencia, muchos morían a una edad temprana sin haber tenido hijos, ya fuera por el abuso del alcohol o por las enfermedades transmitidas a través del agua. A lo largo de varias generaciones, el banco genético de los primeros granjeros fue quedando bajo el dominio de los individuos capaces de beber cerveza con regularidad. La mayoría de la población del mundo actual desciende de aquellos primeros bebedores de cerveza, y hemos heredado en gran medida su tolerancia genética al alcohol […]. Los descendientes directos de los cazadores-recolectores, igual que muchos indios americanos y aborígenes australianos, nunca se vieron forzados a superar ese obstáculo genético, razón por la cual hoy en día muestran desproporcionados índices de alcoholismo […]: sus ancestros no vivían en ciudades.

(Steven Johnson, escritor de divulgación científica, en El mapa fantasma)

Todo esto explicaría por qué no existen ciudades sin bares y, en parte, por qué presumir de haber ingerido diecishiete copas y sheish chupitoh se suele aceptar como una prueba de hombría (y no de imbecilidad supina). Otra posible explicación, también basada en la selección natural, bien podría ser esta:

Labios que toquen el alcohol, no catarán los nuestros.

9 comentarios sobre “Cerveceros por adaptación

  1. Almudena, creo que has pensado en escribir a la vez «tocarán» y «catarán» y te ha salido un híbrido.

    Y hablando del tema tratado, gracias a mis medievales costumbres en cuanto a la ingesta líquida —en tierras bárbaras sólo bebo cerveza—, me he librado de varias cagaleras masivas que han afectado a excursiones enteras…

  2. @Camarada Bakunin: Corregido. Me quedo con catarán.
    También cuenta la anécdota que, durante el rodaje de La Reina de África, Bogart se libró de la intoxicación que afectó al resto del equipo, gracias a su afición al whisky.

  3. Pues tiene sentido. Así que en el pasado andaba todo el mundo empapado en vino y cerveza. De todas formas aunque evitaran pillar bichos en el agua se morían bastante jóvenes. Yo perdería la paciencia en la edad media, me estoy imaginando una sociedad compuesta básicamente de adolescentes ebrios. :S

  4. #3: En la Edad Media era corriente que todo el que podía permitírselo. incluídos los niños, bebiera cerveza. Pero ten en cuenta que era una cerveza de muy baja graduación (y sin gas apenas, claro) y no iban todos dando tumbos beodos perdidos. ;)

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