«¡Abrígate que vas a coger un resfriado!». ¿Quién no ha escuchado esa frase unos cuantos cientos de miles de millones de veces? Bueno, a lo mejor exagero un poco: dejémoslo en decenas de miles de millones… El saber popular siempre ha considerado que el frío es la causa directa de los gripes y resfriados, pero la ciencia nos dice que esto no es exactamente así.
Y es que los virus no crecen en nuestro interior por arte de magia. Estos virus se introducen en nuestro cuerpo mediante el contacto con las mucosas: tocamos algo infectado y nos llevamos la mano a la boca, entra en pequeñas gotitas de agua por vía aérea, etc. El frío, por sí solo, no puede provocar un catarro. Sin embargo —diréis—, alguna relación tiene que tener, puesto que la época de mayor incidencia suele ser el invierno. Y es cierto. El frío causa tres efectos que aumentan el riesgo de contagio:
- El «efecto de apelotonamiento» hace que más gente esté más tiempo junta en espacios cerrados. Por lo tanto, habrá más contacto físico y más riesgo de que los virus pasen de persona en persona.
- El frío hace que nuestro organismo retire sangre de zonas menos importantes (la nariz, las manos, etc., se enfrían enseguida), lo que hace que haya menos defensas contra esos posibles virus, y que el riesgo de desarrollar la enfermedad sea mayor.
- A bajas temperaturas, los lípidos de la membrana del virus (de la gripe, en el del catarro no se ha estudiado este efecto) forman una especie de gel que lo protegen, aumentando su tiempo de supervivencia fuera de un cuerpo, y, por lo tanto, aumentando la probabilidad de contagio para nosotros.
Los estudios apuntan a que el primer efecto es el más determinante. El segundo ha aparecido en estudios más recientes, pero los resultados no son concluyentes. El tercero es más fiable que el anterior, pero sólo se ha hecho para el virus de la gripe. Para una explicación más extensa y detallada, no os perdáis el fantástico artículo titulado ¿Por qué se producen más catarros y gripes durante el invierno?
La conclusión es clara: es más efectivo minimizar la exposición a los virus que abrigarse bien. Para ello, lo más importante es mantener una buena higiene (sobre todo lavarse las manos a menudo).
Y una vez que ya se está acatarrado, un consejo: cuando viene un estornudo, lo mejor es taparse con la manga, o un pañuelo, pero lo habitual es que no dé tiempo. Taparse con la mano queda muy educado y tal, pero es condenar a los de alrededor, puesto que con las manos estamos constantemente tocando cosas, cosas que los demás tocarán y… bueno, el resto os lo sabéis.