Carta abierta a Carmen Manzano Godoy

Nuestro amigo Eugenio, del blog Ciencia en el XXI, además de físico y divulgador, también es profesor en un colegio de Rota, Cádiz. Es una persona tremendamente racional y activa, y, en su actividad docente, no para de pensar en fórmulas para implicar a los chavales e inculcarles su mirada crítica para que desarrollen su mente y piensen por ellos mismos.

Hace poco, nos sorprendía con un par de sus experimentos para un encuentro de jóvenes investigadores. En uno de los experimentos, se investigaba una especie de juego con la baraja Zener que habitualmente es usado por los parapsicólogos como «demostración» de que existe la telepatía. Pues bien, en dicho experimento, un análisis estadístico serio arroja unos resultados claros que desmienten tal «prueba». Podéis leer el resumen de la actividad en su blog o en el blog del colegio.

Ahora leo con pesar, en el mismo blog del colegio, donde escriben todos los profesores, una respuesta bastante lamentable de la profesora Carmen Manzano Godoy; lamentable por dos razones: por el contenido y por las formas. Empezaré con el contenido.

En primer lugar escribió un post rápido enlazando (mal) un artículo que habla sobre el entrelazamiento cuántico, de alguna manera para hacer ver que la ciencia apoya la existencia de la telepatía. En dicho artículo, simplemente se hace referencia de refilón a la telepatía mediante una cita descontextualizada de Einstein que dice así:

No tenemos derecho, desde un punto de vista físico, a negar a priori la posibilidad de la existencia de la telepatía.

Para empezar, señora (disculpe que le llame señora, pero no la conozco) Manzano, así es como funciona la ciencia, por si no se ha dado cuenta: no niega a priori nada. Todo debe someterse al meticuloso e implacable método científico. No sabemos el contexto de esta frase, pero de todas formas, si usted tuviera la menor idea de lo que se habla en dicho artículo, sabría que el entrelazamiento cuántico se ha probado empíricamente para dos fotones que parten de la misma fuente coherente. Ya me dirá usted cómo va a suceder algo parecido en dos cerebros distintos y a escala macroscópica. Aún está a tiempo de doctorarse en física y demostrármelo. Espero.

No contenta con eso, en un segundo artículo, la señora Manzano se despacha sin fundamento alguno contra el experimento de Eugenio criticando que la idea partió de él y también fue él quien suministró los materiales. ¿De verdad usted hace sólo lo que sale de los chavales y, cuando deciden hacer algo, si llegan a hacerlo, les deja a su bola y no les ayuda con los materiales? Debe ser una pedagoga nefasta, perdone que le diga.

Depués, empieza afirmando que la actividad trata de demostrar que algo no existe, y eso no es posible. Esto es totalmente falso. Vuelva a leer el planteamiento: se coge un experimento utilizado como «prueba» de algo y se analiza para dar una explicación científica del funcionamiento y ver que los resultados obtenidos son causa natural del azar, no de ningún poder paranormal. Es muy fácil realizar afirmaciones gratuitas e inventarse causas para efectos observados. Lo que procede es realizar un análisis de esos efectos para llegar a una explicación. Y eso es exactamente lo que se hace: no se prueba la no existencia de algo, sino que se invalida una supuesta prueba a favor de la existencia. Porque recuerde, estoy cansado de decirlo: la carga de la prueba recae en el que realiza la afirmación.

Tras esto, la señora Manzano se dedica a tildar de erróneo el procedimiento experimental sin aportar argumentos de ningún tipo, desde su ¿eminente? posición de ¿profesora de Ciencias Sociales? De acuerdo, el argumento de autoridad sobra en toda discusión; pero ya que no hay discusión, ya que no aporta ninguna razón para sus afirmaciones ni nos regala con otro procedimiento para llevar a cabo el experimento, es lo mínimo que se le puede pedir, ¿no?, que sepa de lo que habla (o al menos que lo parezca).

No parece que esté usted muy puesta en el método científico, sin embargo, según dice, la telepatía la domina con soltura. Le invito a que nos lo demuestre cuando quiera bajo condiciones controladas, y le recuerdo que James Randi estaría encantado de recibirla. Como usted dice, acepto que existen microchips aunque no sé hacerlos. Pero resulta que abro un ordenador y los veo, y lo enciendo y veo que funcionan, y compro un libro y aprendo por qué funcionan. ¿Puede proporcionarme usted todo esto con respecto a la telepatía? Lo suponía.

La mayoría de fenómenos que nos rodean («absolutamente todos» no, porque todavía hay muchas cosas a las que la ciencia no ha dado respuesta; todo se andará) se explican por la causalidad, pero la causalidad hay que buscarla y estudiarla ya que no todo es lo que parece, y no vale con inventarse poderes o seres imaginarios. Eso lo hacen los niños. Y precisamente lo que intenta Eugenio es que sus alumnos maduren en ese aspecto, y aprendan a indagar, a pensar.

Todo esto con respecto al contenido; vacuo, como he argumentado. También lamentable, decía, por las formas. Por querer imponer sus creencias irracionales, y por hacerlo en el blog del colegio, descalificando gratuitamente y sin argumentos a su propio compañero. Siendo de Ciencias Sociales, aprenda un poquito de educación.

El experimento de la gota de aceite

El experimento de la gota de aceite (oil-drop experiment), desarrollado por el físico estadounidense Robert Andrews Millikan en 1909, arroja uno de los resultados más importantes que nos ha dejado el siglo XX en el campo de la física atómica: el carácter discreto de la carga eléctrica.

¿Qué significa discreto? Algo discreto es algo que no es continuo. ¿Y qué significa continuo? A grandes rasgos, es algo de lo que, tomados dos estados concretos, existen infinitos estados intermedios; es decir, algo que podemos dividir en partes infinitas veces. En contraposición, algo discreto es algo que se puede dividir hasta un límite finito, y entre una unidad elemental y la siguiente no hay nada intermedio. Por ejemplo, el tiempo, tal y como lo percibimos y como nos lo describe la Teoría de la Relatividad de Einstein, es una variable continua. En cambio, la imagen de una película es una variable discreta, porque está compuesta de fotogramas entre los cuales no hay nada: la unidad mínima aquí es el fotograma.

En un principio, se creyó que la carga eléctrica debía de ser continua. Uno de los que sostenían esta opinión era Thomas Alva Edison. Sin embargo, tras el trabajo de Millikan, se convenció de lo contrario.

Así pues, y ya volviendo al tema, Millikan desarrolló un experimento que consiste en introducir, mediante un atomizador, gotitas de aceite (del orden del micrómetro) en un medio gaseoso controlado, con una viscosidad determinada, y entre dos placas conectadas a una fuente de tensión. Algunas gotitas, por efecto de la fricción con el atomizador, reciben cierta carga electrostática —o alternativamente, se cargan mediante una fuente externa de radiación ionizante (rayos X)—. El campo eléctrico producido por las placas, vertical y hacia arriba, se opone a la fuerza de la gravedad y algunas gotas quedan en equilibrio. Entonces, se escoge una gota con la que trabajar y se descartan las demás apagando y encendiendo la fuente de tensión.

simplified_millikan_oil_drop
Imagen extraída de la Wikipedia.

Una vez seleccionada la gota, se apaga el campo eléctrico; esta cae lentamente alcanzando rápidamente una velocidad terminal. Cuando esto sucede, significa que la fuerza de arrastre es igual y opuesta a la fuerza de la gravedad; así pues, igualando la ecuación de la fuerza de arrastre (que contiene la viscosidad, el radio de la gota —supuesta esférica—, y la velocidad terminal) y la ecuación del peso de la gota (que continene las densidades del gas y el aceite, la constante gravitatoria y el radio al cubo), podemos extraer el radio de la gota.

En este momento se vuelve a activar el campo eléctrico. Evidentemente, ajustarlo de manera que la gota quede en equilibrio sin moverse es muy complicado. Por ello, una buena práctica es aumentarlo de manera que la gota comience a subir: en la nueva ecuación, el peso (hacia abajo) más la fuerza de arrastre (hacia abajo) son iguales a la fuerza del campo eléctrico (hacia arriba). De nuevo, alcanza otra velocidad terminal que introducida en la ecuación anterior, junto con el radio averiguado antes, nos proporciona la carga eléctrica de la gota.

Repitiendo este procedimiento muchas veces con múltiples gotas de diferentes tamaños, Millikan llegó al resultado de que la carga eléctrica siempre toma un valor igual a un múltiplo entero de una carga elemental: la del electrón.

Gracias a este experimento —del cual se cumple el centenario este mismo año— y a otros trabajos sobre el efecto fotoeléctrico, su autor recibió el premio Nobel de Física en 1923.

Reductio ad absurdum

La siguiente cita es muy famosa y seguro que la habéis leído en diversos blogs bien conocidos. Sin embargo, mis lecturas actuales me la han recordado y considero indispensable su presencia entre la colección de citas de Enchufa2.

La reductio ad absurdum, que tanto amaba Euclides, es una de las armas matemáticas más valiosas. Es un gambito mucho más fino que cualquier gambito de ajedrez: un jugador de ajedrez puede ofrecer el sacrificio de un peón o incluso una pieza, pero un matemático ofrece el juego.

(Godfrey Harold Hardy, matemático británico)