Defensa de la vida

Hoy me he encontrado los panfletos del lince católico en un mostrador de mi facultad. He de reconocer que en un principio me indignó bastante, pero luego pensé que en un lugar como Bellas Artes aquel mensaje encontraría (y agitaría a) más detractores que adeptos así que, por el bien de la causa, los coloqué en lugar visible. Eso sí, me quedé con uno, para leerlo con cuidado y hacéroslo llegar a vosotros. El discurso es el de siempre, más o menos aceptable y coherente con las creencias y principios del cristianismo… si no fuese por un punto que me ha llamado vivamente la atención.

[Al ser humano, desde el instante de su concepción] se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida.

(Juan Pablo II, Evangelium Vitae, 60)

El aborto provocado […] viola muy gravemente la dignidad de un ser humano inocente.

(Conferencia Episcopal Española, La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad, 33)

La negrita es mía, claro. Lo que me ha llamado tan vivamente la atención es esa necesidad de especificar en cada caso, que son los inocentes los que disfrutan de ese derecho inviolable a la vida. Con los no inocentes, mejor no nos precipitemos, veamos qué dice la Biblia (sic).

20:09 Porque varón que maldijere á su padre ó á su madre, de cierto morirá: á su padre ó á su madre maldijo; su sangre será sobre él.

20:10 Y el hombre que adulterare con la mujer de otro, el que cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, indefectiblemente se hará morir al adúltero y á la adúltera.

20:11 Y cualquiera que se echare con la mujer de su padre, la desnudez de su padre descubrió; ambos han de ser muertos; su sangre será sobre ellos.

20:12 Y cualquiera que durmiere con su nuera, ambos han de morir: hicieron confusión; su sangre será sobre ellos.

20:13 Y cualquiera que tuviere ayuntamiento con varón como con mujer, abominación hicieron: entrambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre.

20:14 Y el que tomare mujer y á la madre de ella, comete vileza: quemarán en fuego á él y á ellas, porque no haya vileza entre vosotros.

20:15 Y cualquiera que tuviere cópula con bestia, ha de ser muerto; y mataréis á la bestia.

20:16 Y la mujer que se allegare á algún animal, para tener ayuntamiento con él, á la mujer y al animal matarás: morirán infaliblemente; será su sangre sobre ellos.

20:17 Y cualquiera que tomare á su hermana, hija de su padre ó hija de su madre, y viere su desnudez, y ella viere la suya, cosa es execrable; por tanto serán muertos á ojos de los hijos de su pueblo: descubrió la desnudez de su hermana; su pecado llevará.

20:18 Y cualquiera que durmiere con mujer menstruosa, y descubriere su desnudez, su fuente descubrió, y ella descubrió la fuente de su sangre: ambos serán cortados de entre su pueblo.

(Levítico 20, 9-18)

Claaaro… la enseñanza de la Iglesia no excluye la pena de muerte. Pura coherencia.

Poca mano izquierda

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No seré yo quien diga que lo del PP y el PSOE en Euskadi es una perversión, ni soltaré burradas como las que ya se ha oído soltar por esos lares. Para nada: la coalición es lícita (aunque extraña), e incluso coherente con la idea de que «hace falta un cambio en Euskadi» (idea que tampoco es mía, vaya). Me cuesta entender, eso sí, cómo la postura respecto al nacionalismo (una cuestión cultural, de «identidades», cosas poco tangibles, que «no existen» en realidad), puede llegar a pesar más que las cuestiones referentes a política económica, por ejemplo, o políticas sociales que sí influyen de facto en el nivel de vida de la gente, en su bienestar. Aunque, a estas alturas ¿existe una diferencia significativa entre PP y PSOE en cuestiones económicas o sociales? Quizás deberían pactar también en el gobierno central y así nos quitábamos de líos. En cualquier caso, si un pacto entre PSE y PNV (partido de derechas), parece factible, no veo por qué iba a ser más extraño un pacto PSE-PP.

Ahora bien, hay formas y formas… Las elecciones vascas las ganó el PNV con un 38,56% de los votos. El PSE ha aprovechado el aumento de su electorado (hasta un 30,71%) para intentar hacer amigos en el Parlamento. Pero está claro que el PP, la tercera fuerza política de lejos, con apenas la mitad de votos que el PSE (un 14,09%), no pincha ni corta en esta cuestión, y puede saborear las mieles del poder por una cuestión puramente circunstancial. Vale que no regale sus votos, vale que reclame lo suyo… nada de esto es ilícito, insisto. Pero hacen falta muchos huevos para elegir como Presidenta del Parlamento Vasco a una representante de la derecha más conservadora y recalcitrante de su partido, cercana al Opus Dei y que no habla Euskera. Desde luego, es un gesto que se podrían haber ahorrado, precisamente en una situación delicada, como la actual, donde los gestos lo son todo.

Circunscripción nacional ya

Ya hablamos en su día de los problemas que plantea la actual ley electoral. La representación de los distintos partidos en el Congreso de los Diputados no se corresponde con la proporción de votos obtenidos, dando lugar a casos escandalosos como el de Izquierda Unida con un millón de votantes y apenas 2 escaños, (7 veces menos de la representación que debería tener si el reparto fuera proporcional: 14 escaños). Para paliar este problema, el PSOE prometió que revisaría la ley electoral y que propondría alternativas. La presentada recientemente por el Consejo de Estado (órgano consultivo del Gobierno), según leo en Público.es, consiste básicamente en:

  1. Aumentar en 50 el número de escaños del Congreso de los Diputados, hasta 400.
  2. Cambiar el sistema D’Hont por el método Hare, más proporcional.
  3. Reducir el mínimo de escaños por provincia de 2 a 1.

Lo que viene a ser seguir mareando la perdiz, sin hallar una solución definitiva. Me explico, que diría un amigo:

  1. En efecto, aumentando el número de escaños, aumenta la proporcionalidad (UPD llega a proponer un Congreso de 500 diputados). Y si el Congreso de los Diputados tuviese 45 millones de escaños, la representación sería tremendamente proporcional. Pero, ¿son realmente necesarios? En primer lugar, la solución es totalmente parcial, pues no va a la raíz del problema: no consigue compensar los «restos», los votos que no llegan a completar un escaño en cada provincia pero que sumados a los de las demás, le darían hasta 15 escaños a IU. Según la prensa, con estos 400 escaños, IU tendría hoy 9 diputados que siguen siendo prácticamente la mitad de los que debería tener. Pero si en las próximas elecciones sus votantes se distribuyesen de distinta manera, la desproporción podría ser aún mayor. En segundo lugar, un mayor número de diputados (un amento del 14%, ni más ni menos) requeriría un aumento del gasto público ¡y en plena crisis! Por último, más escaños no implicarían una representación más fiel o variada de la sociedad española. A fin de cuentas, en cada partido rige la disciplina de voto: los 169 diputados del PSOE opinan como uno y lo mismo pasa con los 153 del PP o los 11 de CIU. ¿Para qué queremos más voces que no aporten nada al debate? Sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que ya aportan los actuales 350 diputados a la actividad del Congreso. Casi bastaría un diputado por fuerza política cuya opinión pesase tanto como su número de votantes… pero de momento me conformaría con no aumentar los ya redundantes 350.
  2. Nada que objetar. Ya era hora.
  3. Es menos malo que lo que hay ahora, desde luego. Medio aceptable por el momento, hasta que en Soria o Ceuta se queden sin habitantes y los cuatro gatos que voten allí tengan un diputado para ellos solos.

Pero lo absurdo es intentar cambiar la ley electoral sin cambiar aquello que la hace ineficaz, esto es: queriendo mantener la circunscripción provincial de la asignación de escaños (en la prensa no mencionan este punto de forma explícita, pero nada me hace pensar lo contrario). ¿Tiene algún sentido a día de hoy este empeño? Puede que sea importante que cada provincia tenga cierta representación para que sus problemas puedan ser oídos también en el gobierno central, pero si el Congreso asume esta tarea, ¿para qué tenemos una cámara de representación territorial como es el Senado? Y, por otra parte, ¿tan importante es que todas las provincias tengan una representación específica (esto es, que los riojanos sean representados como «riojanos» antes que como votantes del PSOE, PP etc.), en el Congreso? ¿Realmente debe tener tanto peso el origen de cada voto en la política nacional? Entonces, ¿para qué queremos los gobiernos autonómicos, regionales, locales y toda la horda de políticos que supuestamente ya se encargan de los problemas específicos de cada región? ¿No debería consistir precisamente en eso una política menos centralizada; en que cada uno se encargue de lo suyo?

O bien convertimos el Congreso en una Cámara de representación realmente nacional, elegida por los españoles en su conjunto (esto es, en una votación de circunscripción nacional) dándole si acaso más poder al Senado, o ambas cámaras se solapan y más valdría eliminar esta última. Mientras tanto, podemos seguir mareando la perdiz y poniéndole parches a una ley electoral injusta y poco representativa. Mientras tanto, como dice Juan Carlos Rodríguez Ibarra:

El Congreso es el Senado y el Senado es nada.

Mentira cochina

Dice Nietzsche que toda palabra implica una mentira. Que el lenguaje no es posible a no ser que olvidemos las diferencias entre lo que no es igual y desvirtuemos los hechos para encerrarlos en conceptos: abstractos, antropomórficos, artificiales… La postmodernidad ha llegado incluso a negar la existencia de la realidad más allá de sus múltiples interpretaciones, volviendo difuso e indescrifrable el límite entre la verdad y la mentira. La certeza de un hecho no es más que eso, una verdad relativamente interpretada y por lo mismo, incierta.

Sin embargo, opino que esta postura es muy efectista y hasta útil para ligar en los bares, pero no creo que plantee dudas verdaderamente profundas o interesantes: en primer lugar, nadie vive conforme a la idea de que la realidad que percibe no exista más allá de sus sentidos. La hipótesis de un Matrix que nos engaña a todos por igual o parecido (si es que los demás existís, claro), es tan retorcida como innecesaria. Por otra parte, si bien es cierto que toda percepción implica cierta distorsión, también lo es que disponemos de diferentes herramientas y puntos de vista para comparar, contrastar y reconstruir lo percibido, pudiendo llegar a estimar incluso el grado de «distorsión» de nuestras percepciones. La verdad y la realidad existen y existen métodos rigurosos para averiguarlas, si estamos interesados en hacerlo.

Este domingo las calles de Madrid fueron recorridas por 24ooo manifestantes antiabortistas aproximadamente. Como ellos hablan de 500000 (20 veces más) y contar mentiras es pecado, doy por hecho que todos debían ser postmodernistas…