Mayo del 68 dividió el movimiento feminista en dos ramas enfrentadas. Por un lado, el feminismo de la igualdad (estoy usando las definiciones de Christina Hoff Sommers), directo heredero del feminismo ilustrado y de las primeras sufragistas, insistía en que el movimiento se demostraba andando. Igual que el sufragio universal se consiguió a golpe de manifestaciones, huelgas y protestas; las feministas de la igualdad querían mejorar el estatus social y laboral de la mujer hasta equipararlo por completo al del hombre, y hacerlo con acciones. […] Cambiaron la realidad con hechos.
Pero, como ya he dicho, también surgió otro feminismo a finales de los sesenta. El feminismo de género. El feminismo de género nació bebiendo de una serie de corrientes ideológicas delirantes que proliferaron como setas en la Europa de los setenta. […] Este feminismo sostiene que la mujer no existe como tal sino que es un constructo social. Niegan la existencia de un género o identidad sexual innato y afirman que todos los bebes nacen neutros, siendo la sociedad quien inculca en sus cerebros las ideas de lo masculino y lo femenino. Las feministas han estado décadas, si no siglos, luchando por reivindicar su papel en la historia y ahora algunas de sus herederas afirman que la mujer no existe, que no es más que una invención cultural. Como las normas de etiqueta.
Así comienza una serie de artículos titulada «Sexo, lengua, estudios de género y otras imposturas», publicada en el blog Un barco más grande. Consta de tres escritos en los que se desmenuza concienzudamente el feminismo de género, ese feminismo de mentira que domina el panorama actual que poco o nada tiene que ver con el feminismo real: el de la igualdad, el de los hechos, el de la acción.
El feminismo de género (que ha conseguido acuñar frases tan memorables como “E=mc2 es una ecuación machista”) bebe de las absurdas corrientes postmodernistas del ámbito de las ciencias sociales (véase Lacan o Derrida), y ha dado lugar a engendros como los famosos estudios de género o el eterno y estúpido debate sobre el supuesto sexismo en el lenguaje. El feminismo de género es al feminismo como la astrología a la astronomía.
Así comienza, decía, la serie de artículos que os quería recomendar. Y así acaba, de manera no menos brillante:
Por último, una curiosa coincidencia. Este feminismo impostor se asocia, por desgracia, a los movimientos de izquierdas, por eso sus defensores probablemente desconozcan que tienen unos aliados inesperados que usan sus mismos argumentos. Comparemos:
- «El masculino genérico para referirse a las mujeres debe dejar de ser empleado pues daña la realidad social misma de las mujeres».
- «El término matrimonio para referirse a las familias homosexuales debe dejar de ser empleado pues daña la realidad social misma de la familia».
La estupidez, más que la política, hace extraños compañeros de cama.
Pasen, vean y sorpréndanse. «Sexo, lengua, estudios de género y otras imposturas»:
- Parte primera: El feminismo de género.
- Parte segunda: Estupideces.
- Parte tercera: Sexismo oral.