La fotógrafa de Darwin

477px-Charles_Darwin_by_Julia_Margaret_Cameron_2Este es, probablemente, uno de los mejores retratos que hoy conservamos de Charles Darwin. Frente a la fotografía tomada en 1881 por Herbert Rose Barraud, esta imagen presenta todavía a un Darwin saludable, aparentemente absorto en sus pensamientos, imponente y lúcido.

Tirando del hilo de la curiosidad, me enteré de que este retrato fue tomado en 1868 por una de las mejores fotógrafas del siglo XIX: Julia Margaret Cameron, aunque esta no es probablemente su mejor obra. Cameron relizó una gran cantidad de retratos y fotografías alegóricas que sorprenden por su moderno lenguaje y plantemiento, sobre todo si los comparamos con los de otros fotógrafos del siglo XIX. De hecho, la obra de esta artista fue más reconocida de forma póstuma. En vida, en cambio, muchos reprochaban las imperfecciones técnicas de su trabajo. Fue una de las primeras en considerar la fotografía como un medio de creación artística, más que un mero registro de la realidad (planteamiento que reivindicarían más tarde los fotógrafos pictorialistas). Probablemente por ello, provocaba ciertos desenfoques y anomalías en sus imágenes que les daban ese aire romático característico, pero que le valieron también la dura crítica de sus contemporáneos. Desenfocadas o no, algunas de sus fotografías son sencillamente geniales.

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Detalles de distintas fotos alegóricas de Julia Margaret Cameron.
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Retratos de personajes del siglo XIX: John Herschel, científico inglés, Ellen Terry, actriz y Julia Jackson, sobrina de Cameron.

Gracias a su posición social elevada, Cameron estuvo en contacto con los grandes literatos, artistas y científicos de la sociedad inglesa de su época y realizó retratos de muchos ellos (en su casa habilitó un gallinero como estudio fotográfico). Conoció a Darwin gracias a un amigo común, el poeta Alfred Tennyson. En 1868 el científico encargaría la primera sesión de fotos a Cameron, a la que correponden algunas de sus imágenes más conocidas y entre ellas, la que hoy os presento.

Tirando aún más del hilo, averigüé que Lewis Carroll fue quien instruyó a Cameron en la técnica fotográfica. Sí, el autor de Alicia en el país de las maravillas fue también un pionero de la fotografía. Pero no sería el único literato en la vida de Cameron. Una de sus modelos más recurrentes era su sobrina Julia Jackson. Ella no escribió nada, pero su hija, (activa reivindicadora de la fotografía de su tía Cameron) fue Virginia Woolf, la genial escritora en la que está inspirada la película Las Horas y que yo os recomiendo leer encarecidamente (sobre su novela Orlando).

Summertime de la ópera Porgy and Bess de Gershwin

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Hablando de compositores estadounidenses… Muchos conoceréis a George Gershwin como un gran compositor de temas de jazz, junto a su hermano Ira Gershwin. Lo que algunos no sabréis es que también fue el autor de grandes obras que hoy calificaríamos como música clásica. Sin embargo, si algo caracteriza a este autor es, precisamente, lo inclasificable de su producción. Gracias a su variada formación, Gershwin fue capaz de combinar los mejor de ambos lenguajes. Escribió obras orquestales llenas de disonancias propias de la música folk estadounidense y canciones de jazz con una riqueza armónica propia de la música «culta» europea, demostrando así que no todo lo que lleva violines tiene por qué ser «clásico» y no todo lo que canta «el vulgo» tiene por qué ser pobre artísticamente.

Fue, por otra parte, un autor bastante prolífico a pesar de su muerte temprana a los 38 años. Además de sus innumerables canciones, compuso varias piezas orquestales (como Un americano en París o Rhapsody in Blue), piezas para piano, comedias musicales para teatro y bandas sonoras para cine (como Shall We Dance?).

Gershwin se atrevió, incluso, con la ópera. En 1935 se estrenó en Nueva York, Porgy and Bess, con libreto de Ira Gershwin y DuBose Heyward y basada en una novela de éste último. Aunque Gershwin la consideraba su mejor obra, al principio no fue aceptada en EEUU como una «verdadera ópera» debido a su poca ortodoxia. No obstante, terminaría imponiendose en los teatros de todo el mundo. Está inspirada en la vida de una comunidad negra en el sur de Estados Unidos, y narra la historia de Porgy, un lisiado enamorado de Bess. Cuando la pareja de ésta, Crown, comete un  asesinato y huye de la policía, Bess se refugia en casa de Porgy y ambos se enamoran. Sin embargo, Porgy acaba asesinando a Crown y es arrestado. Nuevamente abandonada, Bess huye con un traficante de cocaína. Cuando Porgy sale de la cárcel, parte en su búsqueda.

Summertime es una nana que suena nada más comenzar el primer acto y se repite en el último, cantada por Bess. Se trata, sin duda, del aria más conocida de esta ópera y existen infinidad de versiones diferentes en internet (o más). Las hay de todos los gustos y colores: la original cuenta con soprano, orquesta y todos los elementos propios de una ópera clásica. En el primer vídeo podéis escuchar la voz de Cecily Nall junto a The Point Chamber Orchestra dirigida por Efraín Amaya. Sin embargo, a mí personalmente, la versión que más me ha impresionado siempre es la de Janis Joplin.

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Un diabólico invento francés

Querer fijar fugaces espejismos, no es sólo una cosa imposible, tal y como ha quedado probado tras una investigación alemana concienzuda, sino que desearlo meramente es ya una blasfemia. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y ninguna máquina humana puede fijar la imagen divina.

(Der Leipziger Stadtanzeiger, periódico alemán del siglo XIX, acerca de un reciente invento francés: la fotografía. Lo cita Walter Benjamin en Pequeña historia de la fotografía)